Ramón López Velarde

  • ¿Dónde estará la niña
    que en aquel lugarejo
    una noche de baile
    me habló de sus deseos
    de viajar, y me dijo
    su tedio?

    Gemía el vals por ella,
    y ella era un boceto
    lánguido: unos pendientes
    de ámbar, y un jardín
    en el pelo.

    ...

  • Se distraen las penas en los cuartos de hoteles
    con el heterogéneo concurso divertido
    de yanquis, sacerdotes, quincalleros infieles,
    niñas recién casadas y mozas del partido.

    Media luz... copia al huésped la desconchada luna
    en su azogue sin brillo; y flota en...

  • Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre:
    ojos inusitados de sulfato de cobre.
    Llamábase María; vivía en un suburbio,
    y no hubo entre nosotros ni sombra de disturbio.
    Acabamos de golpe: su domicilio estaba
    contiguo a la estación de los ferrocarriles,
    y...

  • Noble señora de provincia: unidos
    en el viejo balcón que ve al poniente,
    hablamos tristemente, largamente,
    de dichas muertas y de tiempos idos.

    De los rústicos tiestos florecidos
    desprendo rosas para ornar tu frente,
    y hay en los fresnos del jardín de...

  • Si yo jamás hubiera salido de mi villa,
    con una santa esposa tendría refrigerio
    de conocer el mundo por un solo hemisferio.

    Tendría, entre corceles y aperos de labranza
    a Ella, como octava bienaventuranza.

    Quizá tuviera dos hijos, y los tendría
    Sin...

  • A Jesús Villalpando

    Mi madrina invitaba a mi prima Águeda
    a que pasara el día con nosotros,
    y mi prima llegaba
    con un contradictorio
    prestigio de almidón y de temible
    luto ceremonioso.

    Águeda aparecía, resonante
    de almidón, y sus ojos...

  • Mi corazón leal, se amerita en la sombra.
    Yo lo sacara al día, como lengua de fuego
    que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz;
    y al oírlo batir su cárcel, yo me anego
    y me hundo en ternura remordida de un padre
    que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego....

  • Los circos trashumantes,
    de lamido perrillo enciclopédico
    y desacreditados elefantes,
    me enseñaron la cómica friolera
    y las magnas tragedias hilarantes.

    El aeronauta previo,
    colgado de los dedos de los pies,
    era un bravo cosmógrafo al revés
    que,...

  • ¿Imaginas acaso la amargura
    que hay en no convivir
    los episodios de tu vida pura?

    Me está vedado conseguir que el viento
    y la llovizna sean comedidos
    con tu pelo castaño.
    Me está vedado oír en los latidos
    de tu paciente corazón (sagrario
    de dolor...

  • Hasta el ángulo en sombra en que, al soñar los leves
    sueños de la mañana,
    funjo interinamente de árabe sin hurí,
    llega la dulce voz de una dulce paisana.
    La alondra me despierta
    con un tímido ensayo de canción balbuciente
    y un titubeo de sol en el ala...