Mi prima Águeda

A Jesús Villalpando

Mi madrina invitaba a mi prima Águeda
a que pasara el día con nosotros,
y mi prima llegaba
con un contradictorio
prestigio de almidón y de temible
luto ceremonioso.

Águeda aparecía, resonante
de almidón, y sus ojos
verdes y sus mejillas rubicundas
me protegían contra el pavoroso
luto...

Yo era rapaz
y conocía la o por lo redondo,
y Águeda, que tejía
mansa y perseverante en el sonoro
corredor, me causaba
calosfríos ignotos...
(Creo que hasta la debo la costumbre
heroicamente insana de hablar solo).

A la hora de comer, en la penumbra
quieta del refectorio,
me iba embelesando un quebradizo
sonar intermitente de vajilla
y el timbre caricioso
de la voz de mi prima.

Águeda era
(luto, pupilas verdes y mejillas
rubicundas) un cesto policromo
de manzanas y uvas
en el ébano de un armario añoso.

(De La sangre devota, 1916)

Collection: 
1908

More from Poet

  • Y pensar que extraviamos
    La senda milagrosa
    En que se hubiera abierto
    Nuestra ilusión, como una perenne rosa...

    Y pensar que pudimos
    Enlazar nuestras manos
    Y apurar en un beso
    La comunión de fértiles veranos...

    Y pensar que pudimos
    En una...

  • A Enrique Fernández Ledezma.

    De tu magnífico traje
    Recogeré la basquiña
    Cuando te llegues, o niña,
    Al estribo del carruaje.
    Esperando para el viaje
    la tarde tiene desmayos
    Y de sus últimos rayos
    La luz mortecina ondea
    En la lujosa librea...

  • De tu pueblo a tu hacienda te llevabas
    la cabellera en libertad y el pecho
    guardado por cien místicas aldabas.

    Metías en el coche los canarios,
    la máquina de Singer, la maceta,
    la canasta de pan... Y en el otoño
    te ibas rezando leguas de rosarios.

    René...

  • En mi ostracismo acerbo me alegré esta mañana
    con el encuentro súbito de una hermosa paisana
    que tiene un largo nombre de remota novela:
    la hija del enjuto médico del lugar.
    Antaño íbamos juntos de la casa a la escuela;
    las tardes de los sábados, en infantil asueto...

  • Yo te digo: "Alma mía, tú saliste
    con vestido nupcial de la plomiza
    eternidad, como saldría una ala
    del nimbus que se eriza
    de rayos; y una mañana has de volver
    al metálico nimbus,
    llevando, entre tus velos virginales,
    mi ánima impoluta
    y mi cuerpo...