Ramón López Velarde

  • Prolóngase tu doncellez
    como una vacua intriga de ajedrez.

    Torneada como una reina
    de cedro, ningún jaque te despierta.

    Mis peones tantálicos
    al rondarte a deshora,
    fracasan en sus ímpetus vandálicos.

    La lámpara sonroja tu balcón;
    despilfarras...

  • Hoy que la indiferencia del siglo me desola
    sé que ayer tuve dones celestes de continuo,
    y con los ejercicios de Ignacio de Loyola
    el corazón sangraba como al dardo divino.

    Feliz era mi alma sin que estuviese sola:
    había en torno de ella pan de hostias, el vino...

  • Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
    desahuciada por todos, iré por los caminos
    por donde vais cantando los más sonoros trinos
    y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.

    A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,
    enredados al busto los chales...

  • ¿Existirá? ¡Quién sabe!
    mi instinto la presiente
    dejad que yo la alabe
    previamente.

    Alerta el violín
    el querubín
    y susceptible al
    manzano terrenal,
    será a la vez risueña
    y gemebunda,
    como el agua profunda.

    Su índice y su pulgar...

  • Tu paz -¡oh paz de cada día!-
    y mi dolor que es inmortal,
    se han de casar, Amada mía,
    en una noche cuaresmal.

    Quizá en un Viernes de Dolores
    cuando se anuncian ya las flores
    y en el altar que huele a lirios
    el casto pecho de María
    sufre por los...

  • Muchachita que eras
    brevedad, redondez y color,
    como las esferas
    que en las rinconeras
    de una sala ortodoxa mitigan su esplendor...

    Muchachita hemisférica y algo triste
    que tus lágrimas púberes me diste,
    que en el mes del Rosario
    a mis ojos...

  • ¡Oh bienaventuranza fértil de los que saben
    ir gimiendo y llorando despreciativamente,
    como en la Salve, que es un óleo y una fuente!

    Yo también supe antaño de la bondad del cielo
    que en mis acerbos pésames llovía,
    y compuse mi Salve, con la fe de un cruzado
    ...

  • ¡Oh qué gratas las horas de los tiempos lejanos
    en que quiso la infancia regalarnos un cuento!
    Dormida por centurias en un bosque opulento,
    despertaste a la blanda caricia de mis manos.

    Y después, sin que fueran los barbudos enanos
    o las almas en pena a turbar el...

  • Primer amor, tú vences la distancia,
    Fuensanta, tu recuerdo me es propicio.
    Me deleita de lejos la fragancia
    que de noche se exhala de tus tiestos,
    y en pago de tan grande beneficio
    te canonizo en estos
    endecasílabos sentimentales.

    A tu virtud mi...

  • Piernas
    eternas
    que decís
    de Luisa La Vallière
    y de Thaís...

    Piernas de rana,
    de ondina
    y de aldeana;
    en su vocabulario
    se fascina
    la caravana.

    Piernas
    en las cuales
    danza la Teología
    funerales
    y Epifanía...