• Tú no eres en mi huerto la pagana
    Rosa de los ardores juveniles;
    Te quise como a una dulce hermana

    Y gozoso dejé mis quince abriles.
    Cual un ramo de flores de pureza
    Entre tus manos blancas y gentiles.

    Humilde te ha rezado mi tristeza,
    Como en los pobres templos parroquiales
    El campesino ante la virgen reza.

    Antífona es su voz, y...

  • METRO mágico y rico que al alma expresas
    Llameantes alegrías, penas arcanas,
    Desde en los suaves labios de las princesas
    Hasta en las bocas rojas de las gitanas.

     Las almas harmoniosas buscan...


  • The mass is over: come, come let us go home!

    (De sus últimas palabras)


       
    ¡He aquí del año el más hermoso día
    Digno del paraíso!, es el temprano
    Saludo que el otoño nos envía
    ¡Son los adioses que nos da el verano!
      
    Ondas de luz purísima abrillantan
    La blanca alcoba de la...

  • Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.

    Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.

    Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la...

  • Todas al baile se entregan,
    todas ríen de contento,
    y la música festiva
    hace palpitar los pechos.
    Muchachas de quince abriles,
    no dejéis huir el tiempo
    sin robarle dulces ratos...
    Mirad que no vuelve luego.
    -Ah, Rosa, canta conmigo;
    ven, que después bailaremos.
    -Y cantan las dos muchachas
    sin compás, mas con empeño....

  • Hay tardes en las que uno desearía
    embarcarse y partir sin rumbo cierto,
    y, silenciosamente, de algún puerto,
    irse alejando mientras muere el día;

    Emprender una larga travesía
    y perderse después en un desierto
    y misterioso mar, no descubierto
    por ningún navegante todavía.

    Aunque uno sepa que hasta los remotos
    confines de los piélagos...

  • Sobre bancas de madera, en la taberna triste y baja,
    Donde entra el día a través de ventanas sucias,
    Al lado de largas mesas se quedaba sombría,
    Con caras oscurecidas, una banda errante,
    Niños pobres y escépticos de la plebe proletaria.

    ¡Ah! - dijo uno - ¿ decís que el hombre es una luz
    En éste mundo lleno de amargura y tormento ?
    Ninguna chispa en él...

  • En acentos lastimosos
    Mi corazón se acredite,
    Si en dulce amor salamandra,
    En muerte quejosa Cisne.

    De Anarda se queje el alma,
    Que en bello rigor admite
    Las espinas en sus rosas,
    Las sierpes en sus jazmines.

    Dueño ingrato, advierte ahora
    Que cuando a mi pecho asistes,
    Que te ofendes, si le ofendes
    Que te afliges, si le...

  • Cuando el sol, al ocaso ya vecino,
    alumbra el mundo con fulgor incierto,
    mis pasos solitarios encamino
    al vasto muro del hercúleo puerto;
    que, triste e ignorado peregrino,
    en Cádiz vivo como en un desierto,
    y de la ausencia la aflicción no engaña
    ciudad tan bella de la bella España,
    Y el codo en la muralla y en la palma
    la faz, mirando el...

  • Por el perfume de azahar difuso,
    El naranjo escondido se revela;
    El pebetero con olor profuso,
    Denuncia los tesoros que en sí cela;
    El alma donde Dios su huella impuso
    A otra alma rige y en sus obras vela;
    Si en sus obras hay luz, paz y hermosura,
    Es porque emanan de otra luz más pura.