Jacinto de Salas y Quiroga

  • Angelito, dame un beso;
    dame un beso y un abrazo,
    que tu padre está en la guerra
    hace ya más de dos años,
    y de entonces nada basta
    para darme buenos ratos
    sino una voz de tu boca,
    sino un beso de tus labios.
    ¡Pobrecillo!... ¡Cuántos lloros...

  • ¡Oh! ¡Cómo es grato a veces entre sueños
    ver pasar la fantasma misteriosa,
    en que descubre el alma apasionada
    el rostro del objeto a quien adora;
    y recordar entonces la mirada,
    llena de languidez y de dulzura,
    que dice: «Yo te adoro, ángel del Cielo»,
    y...

  • Tierra de amor, América divina,
    también tu nombre endulzará mi labio,
    cual endulzó mi pecho candoroso,
    en años de amargura,
    tu clima deleitoso.
    Allá en la orilla del suave río
    que la ciudad divide de los Reyes,...

  • Así bramaba el trueno de venganza,
    y asimismo la brisa tempestuosa
    silbaba entre las vergas del navío;
    ya el marino, burlado en su esperanza,
    da un recuerdo a su patria y a su esposa,
    y a la vista del puerto pierde el brío.

    Y la mar inclemente crece y...

  • Tal vez al son confuso de mi lira
    recordarás, Damón, pasados años;
    disfraz, falsos halagos, vil mentira,
    envidia, sinrazón, perfidia, engaños,
    todo te ofrecerá tu mente viva,
    y cuando de tu dicha hablar intento
    derramarás la lágrima de pena
    que anuncia...

  • No me interrumpas, que contemplo ansioso
    el astro bello que en el cielo brilla,
    no cual le he visto, triste y nebuloso,
    del Támesi a la orilla.
    Hoy hace un año el astro así vagaba,
    y sobre el césped húmedo sentado,
    cual hoy le contemplaba,
    el rostro mío...

  • La indiferente y bella Flora
    del amor ciego se burlaba,
    sin experiencia a toda hora
    la pobrecilla así cantaba:
    «No temo, amor, tu poderío,
    a pesar de toda tu saña,
    libre seré de tu albedrío;
    tu buena cara no me engaña».

    «Me lo han...

  • Cada vez que sin conmoverte
    mi tierno llanto ves correr,
    deplorando mi triste suerte
    me ofrezco no volverte a ver.
    Pero si acaso una sonrisa
    llego en tu boca a descubrir,
    lloro, suspiro, mi Luisa,
    y aquí a tus pies juro morir.

    Cuando...

  • María amaba al mísero Fileno
    como una virgen tierna y solitaria;
    por vez primera rinde su albedrío
    al tiránico amor que la avasalla.

    En su palacio triste y silencioso
    ningún acento dulce resonara,
    hasta que los decretos de la suerte
    al trovador...

  • Dicen que enamorado de una gata
    estaba allá en el Asia un europeo:
    (Cuando de amor se trata
    tanto cuanto me cuentan tanto creo.)
    Y como suele siempre quien bien ama
    de su bella a los usos conformarse,
    se cuenta del tal hombre que por Brama
    de su...