• Por la siena turbia de los mondos llanos,
    sin gritos metálicos, sin voz de tambores,
    van las cabalgatas de los soberanos
         Estados Mayores.

    Los grises capotes, los cascos bruñidos,
    las caras de vieja de los mariscales
    gotosos o hepáticos que lanzan gruñidos
         breves y fatales...

    Las gafas de oro de los comandantes
    cercan los ojuelos...

  • Rubens, río de olvido, jardín de la pereza,
    Almohada de carne fresca donde no se puede amar,
    Pero donde la vida afluye y se agita sin cesar,
    Como el aire en el cielo y la mar en el mar;

    Leonardo da Vinci, espejo profundo y sombrío,
    Donde los ángeles encantadores, con dulce sonrisa
    Toda llena de misterio, aparecen en la sombra
    De los ventisqueros y los...

  • ¡Ahí vienen, ahí vienen!
    ¿No los veis?

    Las piernas oscilando, rítmicamente, como metrónomo. Merecen ser una invención prusiana.

    «Die Filosofen».

    Aquí han venido observadores de rostro importante. Estudian los caracteres, mirando en los ojos y...

  • I

    Los fuegos que en mí encendieron
    los mis amores pasados,
    nunca matarlos pudieron
    las lágrimas que salieron
    de los mis ojos cuitados;
    pues no por poco llorar,
    que mis llantos muchos fueron,
    mas no se pueden matar
    los fuegos de bien amar,
    si de...

  • Los amantes fervorosos y los sabios austeros
    Gustan por igual, en su madurez,
    De los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
    Que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.

    Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
    Buscan él silencio y el horror de las tinieblas;
    El Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,
    Si...

  • Una candela delgada bajo la bóveda alta
    Ilumina a todos los reyes dacios juntos,
    Que cortados en mármol con escudos y clámides
    Estaban enfilados bajo las negros entrepaños,
    Y ahí, al frente de la sala hay un trono cubierto
    Con un negro velo de dolor, porque el rey Sarmis ha muerto.
    Y su cara - la última del larga fila de reyes -
    Bajo el velo, como una...

  • Iba un guardia de corps, lector amado,

    a más de media noche, apresurado

    a su cuartel y, al revolver la esquina

    de la calle vecina,

    oyó que de una casa ceceaban

    y que, abriendo la puerta le llamaban.

    Determinó acercarse

    porque era voz de femenil persona

    la que el lance ocasiona,

    y sin dudar, a tiento,

    de uno en otro aposento...

  • Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
    Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
    la resaca de todo lo sufrido
    se empozara en el alma... ¡Yo no sé!.

    Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
    en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
    Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
    o los heraldos negros que nos manda la muerte...

  • LOS JUGADORES

    Era Vicente hombre rico,
    en el juego se envició
    y en dos años se quedó
    sin un cuarto el pobre chico.

    Hoy, mísero y andrajoso,
    llora sus faltas Vicente,
    y al verle, dice la gente:
    –¡Qué perdido! ¡Qué vicioso!

    En cambio, el banquero Ponte,
    nacido en modesta cuna,
    adquirió su gran fortuna
    en la ...

  • Libros devorados llenos de ansia
    allá por los años ya corridos.
    ¡Tomos diminutos por siempre idos!
    ¡Páginas dilectas de mi infancia!

    Libros predilectos. Libros viejos.
    Libros delirantes de ternura.
    Páginas henchidas de locura
    de interrogaciones y consejos.

    Sangran todavía las heridas
    viejas, que dejara el libro triste;
    siguen...