Libros devorados llenos de ansia
allá por los años ya corridos.
¡Tomos diminutos por siempre idos!
¡Páginas dilectas de mi infancia!
Libros predilectos. Libros viejos.
Libros delirantes de ternura.
Páginas henchidas de locura
de interrogaciones y consejos.
Sangran todavía las heridas
viejas, que dejara el libro triste;
siguen nuestras almas doloridas,
viendo que el infolio grave, serio,
lleno de tristeza se resiste
a desencantarnos del misterio.