Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé!. Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; o los heraldos negros que nos manda la muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... ¡Pobre... pobre!. Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Los heraldos negros
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En esta noche mi reloj jadea junto a la sien oscurecida, como manzana de revólver que voltea bajo el gatillo sin hallar el plomo. La luna blanca, inmóvil, lagrimea, y es un ojo que apunta... Y siento cómo se acuña el gran Misterio en una idea hostil y ovoidea, en un bermejo plomo. Ah, mano que...
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I
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y es un chantre de bronce cada esquila.Afílase lo rudo. Habla escarcela...
En las venas indígenas rutila...