Félix María Samaniego

  • Un tejedor tenía

    de poca edad dos niños inocentes

    con los cuales dormía,

    por ser tan corto en bienes de fortuna

    que no había más cama ni más cuna.

    Una noche de frío

    se arrimó a la parienta su pariente

    por gozar del estío,

    pues a todo casado...

  • Tenía una doncella muy bonita,

    llamada Mariquita,

    un viejo consejero

    que en ella por-entero,

    cuando se alborotaba

    su cansada persona, desaguaba

    con tal circunspección y tal paciencia

    como si a un pleito diese la sentencia.

    Era de este...

  • A un viejo inquisidor es presentada
    una hermosa mujer, que de hechicera,
    sin más motivo que la envidia fiera,
    ante su tribunal fue delatada.

    Al tenor de los cargos preguntada,
    los niega todos. Mas con voz severa
    la comprimía el juez de tal manera
    ...

  • Un gallo muy maduro,
    de edad provecta, duros espolones,
    pacífico y seguro,
    sobre un árbol oía las razones
    de un zorro muy cortés y muy atento,
    más elocuente cuanto más hambriento.

    «Hermano», le decía,
    «ya cesó entre nosotros una guerra
    que cruel...

  • Hallándose cortejando

    cierto fraile a una monjita,

    mientras que la requebraba

    le enseñaba su pi...

    su pipa con que fumaba.

    La monja, como era lega

    y profesaba al otoño,

    radiaba por darle entrada

    y le enseñaba su co...

    su copo...

  • Cuentan que un orador célebre en Grecia,

    mansión en otro tiempo soberana

    de cuanta ciencia humana

    el sabio mundo aprecia,

    quiso las ruinas visitar de Troya:

    Simón, su amigo, el pensamiento apoya,

    que aunque no es anticuario,

    antes por el contrario...

  • En la crítica ocasión

    de estar ayudando a misa,

    le dio un terrible apretón

    a un muchacho con tal prisa

    que le puso en confusión.

    Volvió el pobrete la cara,

    y a otro rogó tiernamente

    que su lugar ocupara,

    y que en lance tan urgente...

  • En un carro manchego

    caminaba una moza inocentona

    de gallarda persona

    propia para inspirar lascivo fuego.

    El mayoral del carro era Farruco,

    de Galicia fornido mameluco,

    al que, en cualquier atasco, daba asombro

    verle sacar mulas y carro al hombro...

  • De un tremebundo lego acompañado,

    fue a exorcizar un padre jubilado

    a una joven hermosa y desgraciada

    que del maligno estaba atormentada.

    Empezó su conjuro

    y el espíritu impuro,

    haciendo resistencia,

    agitaba a la joven con violencia

    ...

  • Predicaba un gilito en su convento

    y, para comenzar, buscó al intento,

    de la Escritura Santa en los lugares,

    el texto que aquí va de los Cantares

    en latín anotado,

    y repitió en romance, acalorado:

    -¡Qué hermosas son tus tetas, oh mi hermana,

    oh mi...