Félix María Samaniego

  • Montada en la trasera de su mulo,

    a una pobre aldehuela

    llevaba un arriero a una mozuela,

    la cual, con disimulo,

    o por flato o por malos alimentos,

    solía soltar envenenados vientos.

    Iba estando el arriero sofocado

    del mal olor, y díjola enfadado...

  • Una abadesa, en Córdoba, ignoraba

    que en su convento introducido estaba

    bajo el velo sagrado

    un mancebo, de monja disfrazado;

    que, el tunante dormía,

    para estar más caliente,

    cada noche con monja diferente,

    y que ellas lo callaban

    porque a...

  • Mientras ausente estaba

    un pobre labrador de su alquería,

    su mujer padecía

    dolor de muelas. Esto lo causaba

    un raigón que, metido

    en la encía, tenía carcomido.

    En el lugar hacía de barbero

    un mancebo maulero

    a quien ella quería,

    por...

  • Compró un turco robusto
    dos jóvenes esclavos, que un adusto
    argelino vendía.
    Los llevó a la mazmorra en que tenía
    otros muchos cautivos,
    y, cerrando la puerta,
    detrás de ella a escuchar se quedó alerta
    los modos expresivos
    con que los más antiguos...

  • En lo interior del África buscaba
    un joven viajero
    cierto pueblo en que a todos se hospedaba
    sin que diesen dinero;
    y con esta noticia que tenía
    se dejó atrás un día
    su equipaje y criado,
    y, yendo apresurado,
    sediento y caluroso,
    llegó a un...

  • El joven Melibeo
    guiaba su rebaño
    por la frondosa orilla
    de cierto río tortuoso y claro.
    Al pie de una alta haya, 5
    en el sombrío campo,
    se sienta, y le rodea
    paciendo mansamente su ganado.
    En el cantar, maestro,
    y en la zampoña...

  • Un gordo capuchino confesaba

    a una sierva de Dios que se quejaba

    de un panadizo fiero que tenía

    en un dedo ya mucho tiempo hacía,

    el cual, sin mejorarse con ungüentos,

    cada vez le causaba más tormentos.

    El fraile, de su mal compadecido,

    la dijo: -...

  • Un zagalón del campo,

    de estos de «Acá me zampo»,

    con un fraile panzón se confesaba,

    que anteojos gastaba

    porque, según decía,

    de cortedad de vista padecía.

    Llegó el zagal al sexto mandamiento,

    donde tropieza todo entendimiento,

    y dijo: -...

  • Un joven arriscado

    de una soltera estaba enamorado

    y el tiempo que a su lado estar podía

    el dedo la metía

    para saciar de amor su ardiente llama

    sin que pierda su fama,

    y ella, en tanto, la mano deslizando

    por bajo de la capa

    (que es quien...

  • En todos los tiempos hubo algún amante
    (nota que solamente digo "alguno")
    que pudo ser tenido por constante;
    pero en cuanto a ser fieles,
    preciso es confesar que no hay ninguno.
    Es desconsolador, triste, aflictivo,
    mas si no se hace adrede con pinceles...