Félix María Samaniego

  • Tenía cierto pobre vergonzante

    una alforja detrás, otra delante,

    y colocaba con cuidado en ellas

    a dos hijas muy bellas,

    que muchos para mover los corazones

    suelen valerse de tales aprensiones,

    o por mejor guardallas o escondellas.

    Le preguntó un...

  • Oye, Apolo, mi acento,

    ven a inspirarme un cuento,

    pues hace muchos días

    que, temeroso de las penas mías,

    quieres que yo te aguarde,

    y tu fuego me infundes mal o tarde.

    Parece que se apiada

    con esta invocación, pues exaltada

    por su...

  • Estaba una señora desahuciada

    de esa fiebre malvada

    que, sin ser, según dicen, pestilente,

    se lleva al otro lado a mucha gente.

    Sus criados y amigos la asistían

    con celo cuidadoso,

    pues por tonto tenían

    de la dama al esposo

    y, así, de su...

  • le pone en su derecha, lo bendice,

  • Madre e hija con su manto

    devotas al templo vienen,

    no eran aquellas que tienen

    devoción con algún santo.

    La madre al divino canto

    atiende, y cuando el tenor

    ¿computas —dijo— al cantar?

    exclamó: - Mi dicha es fija,

    mira que nos llaman, hija...

  • Tenía cierta vieja de costumbre,

    al meterse en la cama,

    arrimarse en cuclillas a la lumbre,

    en camisa, las manos a la llama.

    En este breve rato,

    le hacía un manso gato

    dos mil caricias tiernas:

    pasaba y repasaba entre sus piernas.

    Y como en...

  • En casa de un labrador

    vivían Blas y Lorenza:

    se profesaban amor;

    pero él tenía vergüenza

    y ella tenía rubor.

    A la aurora en el corral

    se encontraron en camisa.

    El encuentro fue casual:

    cubrióse ella a toda prisa

    la cosa con...

  • A cierta moza un húsar, y no es cuento,

    porque le socorriera en sus apuros

    del carnal movimiento,

    le prometió ocho duros

    y después sólo cuatro la dio en paga.

    La moza, descontenta

    con esta trabacuenta,

    para que por justicia se le haga

    ...

  • El lunes me encontré a Juana
    y por ventura, aquel día
    para estar una semana
    se fue a casa de su tía.
    Díjele: - Salada mía, 5
    yo de irte a ver tengo gana.
    - ¡Ay, señor!, ¿qué se diría?
    Pero... venga usted mañana.

    Martes al...

  • Un confesor gilito

    en opinión de santidad estaba,

    por lo que despachaba

    de penitentes número infinito.

    Además, este padre reverendo

    llevaba en un remiendo

    de su negra pretina

    cosida una reliquia peregrina

    con muchas indulgencias

    que...