Nos sentamos orillas de los ríos
que undosos riegan la ciudad de Belo,
y a llorar nos pusimos sin consuelo
al recordarte, idolatrada Sión:
y de los tristes sauces lloradores
que le dan sombra, en los pendientes ramos
nuestras sonoras cítaras colgamos,
que hiera el aura leve en triste son.
Y cuando nuestros crudos opresores
nos dijeron: «...
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Nos sentamos orillas de los ríos
que undosos riegan la ciudad de Belo,
y a llorar nos pusimos sin consuelo
al recordarte, idolatrada Sión:
y de los tristes sauces lloradores
que le dan sombra, en los pendientes ramos
nuestras sonoras cítaras colgamos,
que hiera el aura leve en triste son.
Y cuando nuestros crudos opresores
nos dijeron: «... -
Agosto de 1920
(Vega de Zujaira)Dice la tarde:
"¡Tengo sed de sombra!".
Dice la luna: "Yo, sed de luceros".
La fuente...No hay miedo en sombra para el hombre fuerte
que ve, sin pestañar, el precipicio;
que conoce las úlceras del vicio
y no tiembla jamás… ni ante la muerte!Para el que al cabo de la vida, advierte
la sinrazón de todo sacrificio;
para el que nunca halló nada propicio
y fue siempre vejamen de la suerte.¡Ah… qué puede temer el que por huellas...
¡Ah, si volvieras...! ¡Cómo te extrañan mis hermanos!
La casa es un desquicio: ya no está la hacendosa
muchacha de otros tiempos. ¡Eras la habilidosa
que todo lo sabías hacer con esas manos...!El menor de los chicos, ¡pobrecito! te llama
recordándote...Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud;
los marfiles histéricos de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron
una tarde amaranto que dije un canto a sus
cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus senos abrasadas...El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves,
y, tras lento sufrir,
se curó con copaiba y con las cápsulas
de Sándalo Midy.Enamorado luego de la histérica Luisa,
rubia sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico
y al...La tribu profética, de pupilas ardientes
Ayer se ha puesto en marcha, cargando sus pequeños
Sobre sus espaldas, o entregando a sus fieros apetitos
El tesoro siempre listo de sus senos pendientes.Los hombres van a pie bajo sus armas lucientes
A lo largo de los carromatos, donde los suyos se acurrucan,
Paseando por el cielo sus ojos apesadumbrados
Por...Carmen a Rafael
Hoy que santo deber de ti me aparta,
perdona, dulce dueño de mi vida,
si a los fríos renglones de una carta
confío mi postrera despedida.
No es bien que verte mi valor presuma:
huyo tu vista, es consejo sabio
que te declare la valiente pluma
lo que jamás te declarara el labio.
No pienses, Rafael, que poco cueste...Casi, entro en la inmortalidad.
Esto me pasó, de veras, una noche solitaria, luego de extensos amoríos con mi piano (ese armario de notas) y lecturas poetificantes a voz en cogote.
Sentíame singularmente poderoso. Veinte años, robustos, me centrifugaban hacia la gloria y admiraba mi individuo como una de las peregrinas facturas de naturaleza.
Dormí seguro de un porvenir...