Evaristo Carriego

  •  Las rosas del balcón eran celosas
    novias bajo el agravio de la fina
    ironía falaz de una vecina
    que se ponía a reír de ciertas cosas.

     Tu perdón desdeñoso fué a...

  • Ya sobre los hastíos de tus meditaciones,
    como en fugas radiantes escucharás canciones
    de músicas heráldicas, de las músicas locas
    que enardecen las ansias y enrojecen las bocas

    en besos fecundantes, cual rocíos de mieles
    que hasta en el yermo hicieron florecer los...

  • Y pasas, y no sola, presintiendo dorados
    orientes, los propicios a los enamorados,
    como una novia enferma que evoca espirituales
    promesas en las largas noches sentimentales;

    o esperas al amado, sonriente, como algunas
    heroínas que aguardan al amor de las lunas...

  •  Como las extraordinarias
    pero irreales doncellas
    que vieron en las estrellas
    las hostias imaginarias
    de sus noches visionarias,
    así tus blancas patenas
    quedarán tan sólo llenas
    de tu gesto de mujer,...

  •  Ya la tarde libra el combate postrero,
    en las flechas de oro que lanza el ocaso,
    y se va — como un príncipe, caballero
    en el rojo corcel del Ocaso. —

     Se ahonda...

  •  Hoy recibí tu carta. La he leído /
    con asombro, pues dices que regresas,
    y aún de la sorpresa no he salido...
    ¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!

     « Que por fin...

  •  Me obsedan tus manos exangües y finas,
    ¡tus manos! puñales de heridas ajenas,
    cuando en el teclado predicen, en notas,
    las inapelables deseadas condenas...

     Tus...

  •  ¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
    aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,
    un poco de tu alma de muchacha enferma:
    un libro, vedado, de tiernas memorias.

     ...

  •  Cuando escucho el rojo violín de tu risa,
    en el que olvidados acordes evocas,
    un cálido vino — licor de bohemia —
    me llena el cerebro de músicas locas.

     Un vino...

  •  Ya lo sabemos. No nos digas nada.
    Lo sabemos: ahórrate la pena
    de contarnos sonriendo lo que sufres
    desde que estás enferma,
    ¡ Ah, te vas sin remedio,
    te vas, y, sin embargo, no te quejas:
    jamás te hemos...