César Vallejo

  • Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla;
    desclava mi tensión nerviosa y mi dolor....
    Desclava, amada eterna, mi largo afán y los
    dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!

    Regreso del desierto donde he caído mucho;
    retira la cicuta y obséquiame tus vinos:...

  • Miré el cadáver, su raudo orden visible
    y el desorden lentísimo de su alma;
    le vi sobrevivir; hubo en su boca
    la edad entrecortada de dos bocas.
    Le gritaron su número: pedazos.
    Le gritaron su amor: ¡más le valiera!
    Le gritaron su bala: ¡también muerta!"

    ...
  • He soñado una fuga. Y he soñado
    tus encajes dispersos en la alcoba.
    A lo largo de un muelle, alguna madre;
    y sus quince años dando el seno a una hora.

    He soñado una fuga. Un “para siempre”
    suspirado en la escala de una proa;
    he soñado una madre;
    unas...

  • Vierte el humo doméstico en la aurora
    su sabor a rastrojo;
    y canta, haciendo leña, la pastora
    un salvaje aleluya!
    Sepia y rojo.

    Humo de la cocina, aperitivo
    de gesta en este bravo amanecer.
    El último lucero fugitivo
    lo bebe, y, ebrio ya de su...

  • Al fin de la batalla,
    y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
    y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
    Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Se le acercaron dos repitiéronle:
    "¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
    Pero el cadáver ¡ay! siguió...

  • Mi padre duerme. Su semblante augusto
    figura un apacible corazón;
    está ahora tan dulce...
    si hay algo en él de amargo, seré yo.

    Hay soledad en el hogar; se reza
    y no hay noticias de los hijos hoy.
    Mi padre se despierta, ausculta
    la huída a Egipto...

  • Y, desgraciadamente,
    el dolor crece en el mundo a cada rato,
    crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
    y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
    y la condición del martirio, carnívora voraz,
    es el dolor dos veces
    y la función de la yerba...

  • Los mendigos pelean por España,
    mendigando en París, en Roma, en Praga
    y refrendando así, con mano gótica, rogante,
    los pies de los Apóstoles, en Londres, en New York, en Méjico.
    Los pordioseros luchan suplicando infernalmente
    a Dios Por Santander,
    la lid en...

  • Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
    Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
    la resaca de todo lo sufrido
    se empozara en el alma... ¡Yo no sé!.

    Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
    en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte....

  • Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
    me pesa haber tomádote tu pan;
    pero este pobre barro pensativo
    no es costra fermentada en tu costado:
    tú no tienes Marías que se van!

    Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
    hoy supieras ser Dios;
    pero tú, que...