César Vallejo

  • ¡Cae agua de revólveres lavados!
    Precisamente,
    es la gracia metálica del agua,
    en la tarde nocturna en Aragón,
    no obstante las construídas yerbas,
    las legumbres ardientes, las plantas industriales.

    Precisamente,
    es la rama serena de la química,
    la...

  • Señor! Estabas tras los cristales
    humano y triste de atardecer;
    y cuál lloraba tus funerales
    esa mujer!

    Sus ojos eran el jueves santo,
    dos negros granos de amarga luz!
    Con duras gotas de sangre y llanto
    clavó tu cruz...

  • ¡Ahí pasa! ¡Llamadla! ¡Es su costado!
    ¡Ahí pasa la muerte por Irún:
    sus pasos de acordeón, su palabrota,
    su metro del tejido que te dije,
    su gramo de aquel peso que he callado ¡si son ellos!

    ¡Llamadla! Daos prisa! Va buscándome en los rifles,
    como que sabe...

  • Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
    de junco y capulí;
    ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
    la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

    Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
    planchaban en las tardes blancuras por venir;
    ...

  • Yo soy el coraquenque ciego
    que mira por la lente de una llaga,
    y que atado está al Globo,
    como a un huaco estupendo que girara.

    Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza
    la necedad hostil a trasquilar
    volutas de clarín,
    volutas de clarín brillantes de...

  • Fulge mi cigarrillo;
    su luz se limpia en pólvoras de alerta.
    Y a su guiño amarillo
    entona un pastorcillo
    el tamarindo de su sombra muerta.

    Ahoga en una enérgica negrura,
    el caserón entero
    la mustia distinción de su blancura.
    Pena un frágil...

  • Voluntario de España, miliciano
    de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
    cuando marcha a matar con su agonía
    mundial, no sé verdaderamente
    qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
    lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
    a mi pecho que...

  • Esta tarde llueve como nunca; y no
    tengo ganas de vivir, corazón.

    Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?
    Viste gracia y pena; viste de mujer.

    Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo
    las cavernas crueles de mi ingratitud;
    mi bloque de hielo...

  • Llegué a confundirme con ella,
    tanto ...! Por sus recodos
    espirituales, yo me iba
    jugando entre tiernos fresales,
    entre sus griegas manos matinales.

    Ella me acomodaba después los lazos negros
    y bohemios de la corbata. Y yo
    volvía a ver la...

  • Yo nací un día
    que Dios estuvo enfermo.

    Todos saben que vivo,
    que soy malo; y no saben
    del diciembre de ese enero.
    Pues yo nací un día
    que Dios estuvo enfermo.

    Hay un vacío
    en mi aire metafísico
    que nadie ha de palpar:
    el claustro de...