•  La ciudad por el campo dejé un día
     y recorriendo vagoroso el bello
     distrito que a la vista se me ofrece
     el prado cruzo y la montaña trepo;
     llevé por la espesura de la selva
     de mi libre vagar el rumbo incierto;
     del arroyuelo el tortüoso giro
     seguí; pasé el torrente; oí el estruendo
     de la cascada; contemplé la tierra,
     y osé curioso...

  • Siete caballos, como traílla,
    sin rienda ni silla,
    por siete caminos vienen en tropel;
    como una traílla de grandes mastines,
    espesos de espumas, de nervios, de crines,
    los siete caballos llegan hasta él.

    Él les ve llegar:
    El primer caballo le ofreces sus ancas
    para cabalgar,
    el segundo, dale sus espumas blancas,
    como las del mar,...

  • LOS TRISTES

    I
     
     De la torpe ignorancia que confunde
    Lo mezquino y lo inmenso;
    De la dura injusticia del más alto,
    De la saña mortal de los pequeños,
    No es posible que huyáis cuando os conocen
    Y os buscan, como busca el zorro...

  • Los tziganos tocan con gueto
    esto es inevitable.

    R. G

    Trémolos exuberantes; bigotes de alambre, en aspa de Miura. Pelo = Virutas de acero, para lustrar parquets. Vibrato al cuarto dedo, abrillantado por un fondo de vaso.

    Emoción, amorrrrrr...

    Ojos lacrimosos, saltones, atosigados de pestañas. Hornallas palpitantes, por las...

  • * * *

       Los unos altísimos,
     ...

  •  ¿No te da tristeza? Bueno,
    a mí no sé qué me da...
    ¡Se van los viejos! Los pobres
    poquito a poco se van.
    Y se van tan despacito
    que ni lo sienten, ¿será
    el consuelo de saber
    que se habrán de ir en paz?
    ¡Ah, todo es inútil: nada
    los detendrá. ¿Pasarán
    este otoño, o el invierno...

  • LOS VIOLINES HÚNGAROS

                        Para Rafael Belaúnde.

    Los violines húngaros con notas lejanas,
    marcaban el paso de las princesitas
    que al rústico templo, todas las mañanas
    llevaban aromas de cosas marchitas.

    Las dos princesitas, rubias encantadas...

  • Los álamos de plata
    se inclinan sobre el agua.
    Ellos todo lo saben, pero nunca hablarán.
    El lirio de la fuente
    no grita su tristeza.
    ¡Todo es más digno que la humanidad!

    La ciencia del silencio frente al cielo estrellado,
    la posee la flor y el insecto no más.
    La ciencia de los cantos por los cantos la tienen
    los bosques rumorosos
    y...

  • Del África abrasada en las arenas,
    de la Siberia en el perenne hielo,
    en la sierra, en el llano,
    del polo al ecuador; con larga mano,
    cual las estrellas pobló su vasto cielo,
    así los espació Dios Soberano
    por toda la ancha faz del grande suelo.

    Nacen doquier. En número sin cuento
    la tierra los engendra y alimenta;
    su tronco se levanta al...

  • Los árboles conservan
    verdes aún las copas,
    pero del verde mustio
    de las marchitas frondas.
    El agua de la fuente,
    sobre la piedra tosca
    y de verdín cubierta,
    resbala silenciosa.
    Arrastra el viento algunas
    amarillentas hojas.
    ¡El viento de la tarde
    sobre la tierra en sombra!