• Amada patria mía,
    ¡Al fin te vuelvo a ver! ... Tu hermoso suelo,
    Tus campos de abundancia y de alegría, tierra amada:
    Tu claro sol y tu apacible cielo! ...
    Sí: ya miro magnífica extenderse
    De una y otra colina a la llanura
    La famosa ciudad; descollar torres
    Entre jardines de eternas verdura;
    Besar sus muros cristalinos ríos;
    Su vega...

  • Todo está como era entonces:
    La casa, la calle, el río,
    Los árboles con sus hojas
    Y las ramas con sus nidos.

    Todo está, nada ha cambiado,
    El horizonte es el mismo;
    Lo que dicen esas brisas
    Ya, otras veces, me lo han dicho.

    Ondas, aves y murmullos
    Son mis viejos conocidos,
    Confidentes del secreto
    De mis primeros...

  •  Entra sin miedo, hermana: no te diremos nada.
    ¡Qué cambiado está todo, qué cambiado! ¿no es cierto?
    ¡Si supieras la vida que llevamos pasada!
    Mamá ha caído enferma y el pobre viejo ha muerto...

     Los menores te extrañan todavía, y los otros
    verán en ti la...

  • Ya se escucha el sonoro
    Himno que entona la creacion entera;
    Que pródiga esparciendo su tesoro,
    Ya sus alas de oro
    Apacible tendió la primavera.

    La lóbrega techumbre
    De nubes que el espacio oscurecía
    Fugaz huyó, y en la celeste cumbre
    Vierte su clara lumbre
    Con mas grandeza el luminar del dia.

    Del céfiro al arrullo
    ...

  • Vamos a embarcar, amigos,
    para el viaje de la gota del agua.
    Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

    Para nosotros no es sino un punto,
    una semilla de luz,
    una semilla de agua,
    la mitad de lágrimas de una sonrisa,
    pero le cabe el cielo
    y sería el naufragio de una hormiga.

    Vamos a seguir, amigos,
    la órbita de la gota de agua:...

  •   A Schopenhauer, el huraño,
     le hizo un epitafio barroco
     en un cuento mordaz y extraño
     Maupassant, aprendiz de loco.

      Había muerto el profesor
     avinagrado y pesimista;
     guardaba su tez el livor
     de unos reflejos amatista;

      y en aquella cámara ardiente
     lloraban por el corifeo
     los discípulos del ingente
     filósofo bilioso...

  • Mi carne pesa, y se intimida
    porque su peso fabuloso
    es la cadena estremecida
    de los cuerpos universales
    que se han unido con mi vida.

    Ambar, canela harina y nube
    que en mi carne al tejer sus mimos,
    se eslabonan con el efluvio
    que ata los náufragos racimos
    sobre las crestas del Diluvio.

    Mi alma pesa, y se acongoja
    porque su...

  •  Luna redonda, blanca y lejana.
     Paz sobre el mundo y con nosotros.
     Pregusto de muerte.
     Calma.
     La brisa disgrega el pecho en rezos.
     El color está de luto.
     Un camino, lívido, se va.
     Las sombras se achatan, esquivas.
     Un sapo hace gárgaras de erres.
     La rana mastica palillos sonoros.
     Venus guiña a la tierra su ojo punzante.

  • No alegra la sabiduría...

    No alegra la sabiduría,
    porque la pena es conocer
    y causa la melancolía
    nuestra sola razón de ser.

    El prurito de analizar
    nos ha perdido,
    y el huracán del anhelar
    lanzó nuestra nave en el Mar
    desconocido...

    En la actitud del que ya nada espera...

    ¡En la actitud del que ya nada espera...

  • ¡Oh montes de Gelboe, nunca caiga
    sobre vosotros celestial rocío,
    mas vuestros campos un eterno estío
    esterilice con sediento ardor!
    que en ellos ¡ay dolor! el rey guerrero
    al par cayo del último soldado,
    como si no le hubiera consagrado
    el óleo del Señor.
    ¡Cuántas hijas y esposas de Filiste
    huérfanas y en viudez dejo su espada,
    que...