Ya se escucha el sonoro
Himno que entona la creacion entera;
Que pródiga esparciendo su tesoro,
Ya sus alas de oro
Apacible tendió la primavera.
La lóbrega techumbre
De nubes que el espacio oscurecía
Fugaz huyó, y en la celeste cumbre
Vierte su clara lumbre
Con mas grandeza el luminar del dia.
Del céfiro al arrullo
Despiértanse las selvas adormidas,
Deja la mariposa su capullo,
Volando con orgullo
Por las anchas praderas extendidas.
Puéblase el bosque umbrío
De alhondras y canoros ruiseñores.
Sigue su curso sosegado el rio
Sin que el encono impío
Le enturbie de los vientos bramadores.
¡Oh mágica belleza!
¡Oh encantada estacion! ¡oh sol fulgente!
Mostrad, campos, mostrad vuestra grandeza,
Y ostentaréis la alteza
Del soberano Autor omnipotente
Parad, aves, el vuelo
Y el canto levantad nunca aprendido;
Extiende, aurora, por el claro cielo
Tu purpurino velo
De perlas y topacios guarnecido.
Prados encantadores,
Ostentad vuestras plácidas guirnaldas;
Y ricas de perfumes y colores,
Embalsamadas flores,
Lucid entre las hojas de esmeraldas.
Valles, selvas, collados,
Pomposas arboledas, bosque umbrío,
Anchas vegas, vergeles dilatados,
Brillad engalanados
Publicando de Dios el poderío.
Palomas inocentes,
Alzad vuestros arrullos lisongeros,
Risueñas murmurad, sonoras fuentes,
Mugid, toros ardientes,
Apacibles balad, mansos corderos.
Al Grande, al Increado,
Unidos ensalzad en dulce coro;
Y á su pesar exclamará humillado
El incrédulo osado:
¡Autor del universo, yo te adoro!