¡Oh, cómo en tus cristales,
fuentecilla risueña,
mi espíritu se goza,
mis ojos se embelesan!
Tú de corriente pura,
tú de inexhausta vena,
transparente te lanzas
de entre esa ruda peña,
do a tus linfas fugaces
salida hallando estrecha,
murmullante te afanas
en romper sus cadenas,
y bullendo y saltando,
...