Más dulces habéis de ser,
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.

De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan crüel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno...

EN blanda cuna mecido,
Por mis padres arrullado,
Vine á este mundo florido,
De placeres circuído
Y á llorar predestinado.

De mis años infantiles
Las dulces horas pasaron,
Pasaron ya los abriles
Y las rosas se secaron
De mis risueños pensiles...

A veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la...

I

¡La negra selva por doquier! el viento
como inquieto lebrel encadenado
aullando en la espesura!
¡La noche eterna por doquier! el cielo
como un mar congelado,
y el mar como una inmensa sepultura...

Preguntaba una noche entristecido:
—¿En dónde están, en dónde, ¡oh genio santo!
Los grandes pensamientos que murieron
sin nacer, en el fondo de tu cráneo?

Y la noche me dijo:
—¡Míralos— Aquí están en mi regazo.
Alcé los ojos y miré… ¡Dios mío!
¡Cómo...

Valcarce, dulce amigo, si tuviera
la voz que tuve antaño, cantaría
el intermedio de tu primavera
—porque aprendiz he sido de ruiseñor un día—,
y el rumor de tu huerto-entre las flores
el agua oculta corre, pasa y suena
por acequias, regatos y atanores—,...

No existe lazo ya; todo está roto;
plúgole al cielo así; ¡bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos;
¡nunca si fuere error la verdad mire!:
que tantos años de amargura llenos...

    En la aurora lisonjera
 De mi juventud florida,
 En aquella edad primera
 -Breve y dulce primavera,
 De tantas flores vestida-
    
    Recuerdo que cierto día
 Vagaba con lento paso
 Por una floresta umbría,
 Mientras que el sol...

Hoy las campanas al viento
dan su fúnebre clamor.
¡Ay!... Sin duda, ingrata mía,
doblan por tu corazón.

Poet: Manuel Reina

Solo, como un espectro por el mundo
iba; cuando me hallaste y me dijiste:
«¡Refúgiate en mis brazos, hombre triste!
Soy tuya!... Soñador meditabundo!»

Y fuiste mía; sin embargo hoy hundo
la frente en la almohada en que pusiste
tu cabecita núbil… y en que...