¿Sabes la suerte de los que cantan
goces y penas del corazón?
Son hortelanos que un huerto plantan,
do jamás gustan fruto en sazón.

Son peregrinos que nunca encuentran
en su camino dicha ni paz,
y dondequiera que habitan ó entran,
ven la injusticia de...

¡Bien hayas, himno verde, que sublimas
en estrelladas y soberbias rimas
triunfante numen, y a cantar animas!

En la punta prolífica y derecha
De tu plumada y elegante flecha,
Mirlo garrulador plañe una endecha

Y abro el ala parnáside, y al crudo
Viento...

¿Qué castaña madeja, negra, o de oro,
loor merece de tan rica y luenga,
que justa envidia a tu beldad no tenga,
cabellera feliz de la que adoro?
Ya desatada caigas, y el pequeño
pie besando a tu dueño,
toda la cubras como regio manto,
y tu dorada seda...

¡Cómo hasta el alma me llega
mirar el llanto tenaz
con que tu pupila ciega
silenciosamente riega
lo marchito de tu faz!
Para la vista y el llanto,
mezclando el mal con el bien,
ojos nos dio el cielo santo:
mas ¡ay! tus ojos no ven,
¡ellos que...

¿Quién es, Pirra, ese amante que a tu lado,
sobre un lecho de flores recostado,
te contempla, te admira, te acaricia,
te estrecha entre sus brazos amoroso,
y con lánguido acento voluptuoso
te dice su delicia?
¿En qué sitio te jura ese imprudente,...

Bailas por antojo que al mancebo engríe;
y "escotada" luces dos hechizos fuera,
y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente ríe.

¡Pasas, huyes, tornas y el placer deslíe
fósforo combusto que te pinta ojera,
y tu maridazo mira errar la...

Con gozo mi pluma escribe
en tu libro de memorias
estos versos, que aunque humildes,
sinceros del alma brotan.
Mujer bendita del cielo
del cielo bendita esposa,
mujer que diste por hijas
en vez de mujeres, rosas.

Tú has debido ser tan bella...

Dueña de rubios cabellos,
Tan altiva,
Que creéis que basta el vellos
Para que un amante viva
Preso en ellos
El tiempo que vos queréis;
Si tanto ingenio tenéis
Que entretenéis tres galanes,
¿Cómo salieron mal hora,...

En el país perfumado que el sol acaricia,
Yo he conocido, bajo un dosel de árboles empurpurados
Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,
A una dama criolla de encantos ignorados.

Su tez es pálida; la morena encantadora
Tiene en el cuello un noble...

¡Oh! ¿dime qué pesar tu seno encubre,
qué triste desencanto
en esa tu faz bella,
dejó de un amarguísimo quebranto
la dolorosa huella?
¿Porqué te hastías
en medio de la fiesta rumorosa,
en que brindan risueñas alegrías
tanto airoso galán y tanta...