A una coqueta

¿Quién es, Pirra, ese amante que a tu lado, sobre un lecho de flores recostado, te contempla, te admira, te acaricia, te estrecha entre sus brazos amoroso, y con lánguido acento voluptuoso te dice su delicia? ¿En qué sitio te jura ese imprudente, embriagado de amor y de ternura, incauto contemplando tu hermosura, ser tuyo eternamente? ¡Ay Pirra! Por él solo tú envidiosa maldices tu fortuna, y pides importuna al Cielo la belleza de una diosa. Por él solo tu mano con destreza, uniendo tus cabellos, los ata y hermosea tu cabeza. ¡Qué cuidados tan bellos para un amante tierno que te adora! Mas ¡ay!, que el infeliz aún ignora, el llanto que tu amor costarle debe. Tranquilo, del placer la copa bebe, y por la calma pérfida engañado, no ve la tempestad que le amenaza. Él no la teme, y ella está a su lado. Ya su furor las nubes despedaza; la tempestad estalla, y aún no cree que esa Pirra su amante, que esa Pirra tan tierna que hoy posee, ya demasiado tiempo fue constante. Huye, infeliz, del sitio en que te humilla, y por el tiempo, como yo curado, gana el puerto; y allí desde la orilla mira el escollo en que hemos naufragado.

Collection: 
1833

More from Poet

  • Angelito, dame un beso; dame un beso y un abrazo, que tu padre está en la guerra hace ya más de dos años, y de entonces nada basta para darme buenos ratos sino una voz de tu boca, sino un beso de tus labios. ¡Pobrecillo!... ¡Cuántos lloros a mí mísera has costado! De tu padre, ángel del cielo,...

  • ¡Oh! ¡Cómo es grato a veces entre sueños ver pasar la fantasma misteriosa, en que descubre el alma apasionada el rostro del objeto a quien adora; y recordar entonces la mirada, llena de languidez y de dulzura, que dice: «Yo te adoro, ángel del Cielo», y ver correr el llanto de ternura, y poderse...

  • Tierra de amor, América divina, también tu nombre endulzará mi labio, cual endulzó mi pecho candoroso, en años de amargura, tu clima deleitoso. Allá en la orilla del suave río que la ciudad divide de los Reyes, yo vi el dolor impío sobre mi frente virginal y pura descargar su furor, y en mi...

  • Así bramaba el trueno de venganza, y asimismo la brisa tempestuosa silbaba entre las vergas del navío; ya el marino, burlado en su esperanza, da un recuerdo a su patria y a su esposa, y a la vista del puerto pierde el brío. Y la mar inclemente crece y crece, y crece sin cesar y se levanta; un...

  • Tal vez al son confuso de mi lira recordarás, Damón, pasados años; disfraz, falsos halagos, vil mentira, envidia, sinrazón, perfidia, engaños, todo te ofrecerá tu mente viva, y cuando de tu dicha hablar intento derramarás la lágrima de pena que anuncia los pesares de tu pecho. Aun recuerdo,...