Con gemido tan doliente
rompes la nocturna calina,
cual si tuvieras un alma
que al par de la nuestra siente;
el griego mito no en vano
te fingió infeliz doncella,
pues en verdad tu querella
lamento parece humano.
Y, aunque tu idioma no entiendo,...

 Árbol bello, ¿quién te trajo
 a estas campiñas risueñas
 que con tu copa decoras
 y tu sombra placentera?
 Dicen que el dulce Dalmiro,
 Dalmiro aquel que las selvas
 y de estos campos los hijos
 no sin lágrimas recuerdan,
 compró de un agreste...

Tú que marcas con sangre tu camino,
beato tigre, loco sanguinario,
Nerón cristiano, místico asesino,
que envuelves el puñal con el rosario:
tú que, el pan recibiendo que convierte
en el cuerpo de Dios el sacerdote,
a dar horrible dilatada muerte
sales,...

¿Por qué de amor la barca voladora
con ágil mano detener no quieres
y esquivo menosprecias los placeres
de Venus, la impasible vencedora?

A no volver los años juveniles
huyen como saetas disparadas
por mano de invisible Sagitario;
triste vejez, como...

A UN VECINO

¡Vecino, por compasión
mi paciencia tuvo fin!
Tire usted por el balcón
su maldito cornetín,
el cornetín de pistón.

Si sólo un instante fuera,
me...

Poet: Vital Aza

Tu existir agitado y vagabundo
recuerda nuestro frágil existir:
todos somos viajeros en el mundo,
todos andamos por llegar al fin.
Pero a veces retorna el marinero
al duce puerto que le vio pasar;
mas ¡ay! el hombre, mísero viajero,
a las playas que amó...

Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.
El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos...

El día en que yo vi la luz primera,
plantó mi padre en su risueño huerto
ese árbol que admiráis en primavera,
de tiernas hojas y de flor cubierto.

Yo entré en la sociedad, donde hoy batallo,
con la esperanza audaz de los mancebos,
cuando él ennoblecía el...

Bajan sobre mis dolores
tus palabras de consuelo,
como el rocío del cielo
sobre las marchitas flores.
Y mis tormentos suaviza
tu plática consolante,
como adormece al infante
el canto de la nodriza.
¡Ah! no calle todavía
tu süave voz piadosa,...

Arroyo cristalino,
que con susurro blando
vas del monte a la selva
y de la selva al prado;

travieso cefirillo,
que con tu aliento grato
mueves hojas y flores
que son gala del campo;

parleras avecillas,
que en trinos regalados,
cuando...