Acostado sobre la tierra, en la calma absoluta de la noche, hilvano incoherencias.
Mis oídos se tienden hacia los sonidos. Un vago rumor, hecho de mil imperceptibles. Junto a mí, un pasto que escapa al peso del cuerpo cruje apenas. Y los otros, esos que crecen, también tendrán su canto.
Bruscamente evoco el zumbido inmenso de la tierra, en su girar sobre sí misma, mientras cruza...