• Quemaba el sol; ardía el espartiyo
    En la inmensa yanura como yesca,
    Y él, tendido a lo largo en el apero,
    Sestiaba en la glorieta.

    Tenía de un láo una boteya e caña
    Recostada a las botas con espuelas,
    Y el de apala arroyáo a la cintura
    Como pa que el facón no se le viera.

    Adentro, con los ojos soñolientos,
    Descansando la frente entre las...

  • Este hombre del casino provinciano
    que vio a Carancha recibir un día,
    tiene mustia la tez, el pelo cano,
    ojos velados de melancolía;
    bajo el bigote gris, labios de hastío,
    y una triste expresión que no es tristeza,
    sino algo más o menos: el vacío
    del mundo en la oquedad de su cabeza.
    Aun luce de corinto terciopelo
    chaqueta y pantalón...

  •            Horas negras

    ¿Ve aqueyas paredes
    De adobe, sin techo,
    Que al láo de un ombudo
    Lucen ayá lejos!
    ¿Las vido? Pues sepa
    Que aqueyo jué un tiempo
    Nidito de amores
    De este gáucho viejo.
    Pasaron los años
    Surcándome el cuero
    Como a tierra e chacras
    El aráo de acero.
    Sobre mi cabeza
    Más de tráinta...

  • Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
    desahuciada por todos, iré por los caminos
    por donde vais cantando los más sonoros trinos
    y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.

    A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,
    enredados al busto los chales blanquecinos,
    decora vuestros rostros --¡oh rostros peregrinos!--
    la luz de los mejores...

  • Hoy que la indiferencia del siglo me desola
    sé que ayer tuve dones celestes de continuo,
    y con los ejercicios de Ignacio de Loyola
    el corazón sangraba como al dardo divino.

    Feliz era mi alma sin que estuviese sola:
    había en torno de ella pan de hostias, el vino
    de consagrar, los actos con que Jesús se inmola
    y tesis de Boecio y de Tomás de Aquino....

  • Del Silvestre ejercicio fatigado
    Buscar quiere Narciso diligente
    Los húmedos alivios de una fuente
    En los ardientes gustos de un cuidado.

    Halla la fuente en fin, y retratado
    Galán de su belleza se consiente,
    Y con engaños su hermosura siente
    En el frío cristal el fuego amado.

    En flor después el joven se convierte
    Por piedad de los dioses...

  • ¡Al fin te miro, oh del divino Sancio
    cuadro sublime, ni al Tabor segundo,
    Pasmo, no de Sicilia, mas del mundo;
    donde rendido al humanal cansancio,
    se ve doblar en tierra la rodilla
    al Dios de quien espántase el profundo
    y a quien la suya el querubín humilla!
    ¡Ved al peso doblarse del madero
    al que sustenta el universo entero:
    asida o dura...

  • Deletreos de armonía
    que ensaya inexperta mano.
    Hastío. Cacofonía
    del sempiterno piano
    que yo de niño escuchaba
    soñando... no sé con qué,
    con algo que no llegaba,
    todo lo que ya se fue.

  • Lejos de pájaros, de aldeanas, de rebaños,
    ¿Qué bebía, de hinojos en aquella maleza
    Circundada de tiernos boscajes de avellanos,
    Entre la bruma tibia y verde de la siesta?

    ¿Qué podía beber en ese joven río,
    -¡Olmos sin voz, cielo oscuro, césped sin flor!
    En gualdas cantimploras, sin mi choza querida?
    Haciéndome sudar, algún áureo licor

    Parecía...