• Ausencia

    Desde el instante que nubló la ausencia
    el luminoso sol de tu hermosura,
    está mi triste corazón enfermo,
    rota mi lira y mi garganta muda.

    ¡Ay! ¡cuántas horas al presente corren
    en el imperio de la noche adusta,
    sin que alumbre tu mano entre la mía...

  • ¿Qué tristeza profunda, qué vacío
    siente mi pecho? En vano
    corro la margen del callado río
    que la celeste Lola
    al campo se partió. Mi dulce amiga,
    por qué me dejas? ¡Ay! con tu partida
    en triste soledad mi alma perdida
    verá reabierta su profunda llaga,
    que adormeció la magia de tu acento.
    El cielo, a mi penar compadecido,
    de mi dolor...

  • Ya promediado el curso de mi vida,
    y cuando en lontananza
    se hunde el pálido sol de la esperanza,
    hacia la edad perdida
    pláceme sólo que la mente vuelva,
    cual vuelve el ave en el otoño al nido
    que dejó, ingrata, en la africana selva.

    Ella vuelve...yo no. Patria distante,
    con la que siempre enternecido sueño,
    como guarda el amante
    la...

  • Ausente! La mañana en que me vaya
    más lejos de lo lejos, al Misterio,
    como siguiendo inevitable raya,
    tus pies resbalarán al cementerio.

    Ausente! La mañana en que a la playa
    del mar de sombra y del callado imperio,
    como un pájaro lúgubre me vaya,
    será el blanco panteón tu cautiverio.

    Se habrá hecho de noche en tus miradas;
    y sufrirás, y...

  • Era algo trigueño,
    de rostro festivo,
    de talle mediano,
    ni grande ni chico.
    De nariz y boca
    un poco provisto
    y el lacio cabello
    algo enrarecido.

    Eran apacibles
    sus ojos y vivos,
    a veces locuaces,
    y a veces dormidos.
    Su rostro era feo,
    mas no desabrido,
    sino que inspiraba
    confianza y cariño....

  • Ora, niña. Cantó ya entre las ruinas
    el himno de la tarde el solitario;
    y envuelto en sombra el pardo campanario
    dio el toque de silencio y oración.
    Murió ya el día, se enlutó la tierra;
    la golondrina vuelve a su techumbre;
    y del ocaso a la rojiza lumbre
    se recoge devoto el corazón.

    Todos rezan: los niños dulcemente
    con la envidiable fe...

  • El recio astur, que se reputa
    Claro y puro y tenaz como un diamante;
    Y ella una montañesa, -diminuta
    Como todo primor-, suelta y picante.

    Y en una quiebra, convertida en huerto,
    Habitan, por azares, un casucho,
    Con un mozo andaluz, guapo, despierto,
    Y en corromper a las labriegas ducho.

    El marido es feliz. Tiene por Norte
    El propio...

  • Melancolía, saca tu dulce pico ya;
    no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
    Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
    la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!

    No acabes el maná de mujer que ha bajado;
    yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
    mañana que no tenga yo a quién volver los ojos,
    cuando abra su gran O de burla el ataúd.

    Mi...

  • Adelardo, sutiliza;
    investiga; inquiere; vela;
    tu fiereza martiriza...
    ¡Mira que el odio te cela;
    mira que la envidia atiza
    la leña de su candela!

    ¡Nada importa que te estés
    encerrado en tu aposento,
    si allí te entregas después
    a uno y otro pensamiento....
    y al empeño en que te ves
    no te dedicas atento!

    ¡Aunque te...

  • ¡Ay de mí!

    ¡Oh! si tú hubieras nacido
    en una tierra que existe
    lejos, lejos de aquí,
    entonces hubieras sabido
    por qué estoy siempre triste,
    ¡ay de mí! ¡ay de mí!

    En vano busco consuelo
    y bálsamo a mis enojos
    cerca, cerca de ti,
    porque me...