• A ti mi canto ahora,
    arco inmenso de paz, ansioso grita
    el ala voladora:
    del palacio de Dios, la fantasía
    te finge la magnífica portada,
    de perlas fabricada
    y de varia chispeante pedrería:
    por ella a socorrer del afligido
    el humilde gemido
    al suelo baja celestial querube;
    y abre a los cielos venturosa entrada
    al alma justa que,...

  • Al borde del sendero un día nos sentamos.
    Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
    son las desesperantes posturas que tomamos
    para aguardar... Mas Ella no faltará a la cita.

  • øøø

     Al caer despeñado en la hondura
      Desde la alta cima,
    Duras rocas quebraron sus huesos,
    Hirieron sus carnes agudas espinas,
    Y el torrente de lecho...

  • Ya no guardas las huellas de mis pasos,
    ya no eres mío, idolatrado Ancón.
    Que ya el destino desató los lazos
    que en tu falda formó mi corazón.

    Cual centinela solitario y triste
    un árbol en tu cima conocí:
    allí grabé mi nombre, ¿qué lo hiciste?,
    ¿por qué no eres el mismo para mí?

    ¿Qué has hecho de tu espléndida belleza,
    de tu hermosura...

  • ¿Y será acaso que la patria nuestra
    se humille al ceño de la España altiva,
    y amedrentada, sin rubor suscriba
    su eterna infamia con su propia diestra?
    ¿Y que, cuando ella recibió el agravio
    del universo atónito a los ojos,
    ante España poniéndose de hinojos,
    perdón le pida con humilde labio?
    ¡Oh del Perú Congreso soberano!
    Para tu triste...

  • ¿Y a los mismos que ayer de grave yugo
    libertaron la patria, hoy de las leyes
    la augusta voz enmudeciendo, plugo
    darte un poder mayor que el de los reyes?
    El más audaz espíritu vacila
    entre uno y otro parecer opuesto,
    viendo que empuñas el poder de Sila,
    si fausto alguna vez, ¡cuántas funesto!
    Suspensa entre el temor y la esperanza,
    no sabe...

  • A mi hijo Manuel Honorato

    A tus pies ha dormido mi pluma,
    y, al reír el alba,
    soñolienta empezó su faena,
    besando tus plantas,

    al trabajo, a la lid cada día
    se va solitaria,
    y, aunque triste regrese las tardes,
    no vuelve manchada.

    ¡Cuántas veces, teñida en mi sangre,
    cayó en tu peana,
    y se irguió como un dardo,...

  • Dejan las aves el nocturno abrigo
    de las vecinas y coposas frondas,
    y con sus trinos de placer adulan
    a la naciente y sonrosada aurora.

    Engastadas en nítido rocío,
    bellas se ostentan las gentiles rosas,
    y envidiando su aroma delicioso,
    lucen sus galas las cucardas rojas.

    Cerca se escucha el majestuoso ruido
    que hacen del mar las...

  •     Escrito estaba, sí: se rompe en vano
     Una vez y otra la fatal cadena,
     Y mi vigor por recobrar me afano.
     Escrito estaba: el cielo me condena
     A tornar siempre al cautiverio rudo,
                 Y yo obediente acudo,
                 Restaurando eslabones
     Que cada vez más rígidos me oprimen;
     Pues del yugo fatal no me redimen
     De mi altivez...

  • Triste la hermosa Borinquen gemía
    arrastrando la mísera pobreza,
    ella que el don de perenal riqueza
    en sus campos feraces contenía.
    El cielo que amoroso la quería
    no pudo consentir en su terneza
    que sufriese tan bárbara dureza,
    la que el yugo del mal no merecía;
    De Power escuchó la alta plegaria
    (del patriótico amor grato suspiro)
    y...