• Buenos Aires. Calle Santa Fe en el 900. Diciembre. La casa abierta, respirando noche, todo apagado dentro.

    Cielo, implacablemente estrellado, cuyo azul de zafiro australiano se aleja, por obra del aturdimiento luminoso que mandan a los ojos los focos eléctricos.

    De tiempo en tiempo, coches pasan, en rectilíneos destinos.

    En la acera de enfrente, una madre aparea la...

  • Frutales
    cargados.
    Dorados
    trigales...

    Cristales
    ahumados.
    Quemados
    jarales...

    Umbría
    sequía,
    solano...

    Paleta
    completa:
    verano.

  • Velado por fulíginos elásticos de llamas,
    con galas y atavíos y aromas turbadores,
    de ignotos lares llega con áureas oriflamas,
    el príncipe verano, custodiado de amores.
    ¡Salud, príncipe indigno, laureolado de flores,
    guirnaldas y diademas os brindarán las damas,
    proyectan tus pupilas fúlgidos resplandores
    que a reina primavera revelan que la...

  • Verde embeleso de la vida humana,
    loca esperanza, frenesí dorado,
    sueño de los despiertos intrincado,
    como de sueños, de tesoros vana;

    alma del mundo, senectud lozana,
    decrépito verdor imaginado;
    el hoy de los dichosos esperado,
    y de los desdichados el mañana:

    sigan tu sombra en busca de tu día
    los que, con verdes vidrios por...

  • ¡Verdes jardinillos,
    claras plazoletas,
    fuente verdinosa
    donde el agua sueña,
    donde el agua muda
    resbala en la piedra!...
    Las hojas de un verde
    mustio, casi negras,
    de la acacia, el viento
    de septiembre besa,
    y se lleva algunas
    amarillas, secas,
    jugando, entre el polvo
    blanco de la tierra.
    Linda...

  • C.-En el jardincito e mi alma
       Hice almácigo de sueños,
       Y me lo quemó al nacer
       La helada de tus desprecios.

    S.-Eso le pasa al más vivo
       Que se mete a jardinero,
       Cuando inora que hay semiyas
       Que no nacen juera e tiempo.

    C.-Dispués que me despreciaste
       Mis claveles florecieron,
       Porque es tanto lo que yoro...

  • ¡Oh entusiasmo sagrado!
    Padre ardiente de mártires y fuertes,
    que a los guerreros invencibles haces:
    de provocar y padecer mil muertes
    los pechos que te sienten son capaces;
    del número te ríes,
    y en héroe al pusilánime conviertes.
    ¡Eres licor divino
    con que el humano espíritu embriagado
    se llena de un glorioso desatino,
    de una sublime...

  • Desde el día que vio la audacia ibera,
    ¡cuantas noches cerrar, cuántas auroras
    miró lucir nuestra congoja fiera,
    sin que el continuo vuelo de las horas
    la hora de la venganza nos trajera!
    Vio el peruano a su amada patria bella
    con ojos de rubor, en su mejilla
    mirando aún purpurëar la huella
    que la insolente mano de Castilla
    con inicua...

  • Este del cual te ofrendamos la imagen,
    Y cuyo arte, sutil entre todos,
    Nos enseña a reír,
    Este, lector, es un sabio.

    Es un satírico, un burlón;
    Pero, la energía con la cual
    El pinta el Mal y su secuela,
    Prueba la belleza de su corazón.

    Su risa no es la mueca
    De Melmoth o de Mefisto
    Bajo la tea viviente de Alecto
    Que nos...

  • No os asombréis tanto, no,
    si en la templanza que muestro
    tan otro de mí soy yo;
    un sueño ha sido el maestro
    que tal cambio me enseñó.
    Temo, fiel a su lección,
    que, cuando más la altivez
    levante mi corazón,
    me he de encontrar otra vez
    en mi lóbrega prisión.
    Yo con mi ejemplo te enseño,
    raza de Adán engañada,
    que toda la...