• La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
    Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
    Que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
    La princesa está pálida en su silla de oro,
    Está mudo el teclado de su clave sonoro;
    Y en un...

  • Montado en una constelación,
    así, pareces el antropoide
    cabe un pingo de mar.
    No un jinete
    sino el camalote
    que enciende la farola de una flor
    sobre el aceite móvil.

    Poeta: el soneto
    es un féretro.
    El olor del muerto
    anda en torno nuestro,
    contagioso, infecto.

    Yo pagaré el entierro
    y hasta cien gimoteros,
    ...

  • No te quejes, oh Nice, de tu estado
    porque te llamen puta a boca llena,
    pues puta ha sido mucha gente buena
    y millones de putas han reinado.

    Dido fue puta de un audaz soldado,
    a ser puta Cleopatra se condena,
    y el nombre lucrecial, que tanto suena,
    no es tan honesto como se ha pensado.

    Esa de Rusia emperatriz famosa
    que...

  • Ardiente una muchacha el otro día,
    en tanto que su madre en misa estaba,
    llena de miedo y turbación dudaba
    si a su amante Manuel se lo daría.

    Temiendo si preñada quedaría,
    entre darlo y no darlo vacilaba,
    y el valiente mozuelo la animaba
    diciendo que al venir lo sacaría.

    Fueron tan poderosos los ataques,
    que consiguió, por...

  • ¡De nuevo son las rosas de Octubre, Otoño mío...!
    Han escondido el sol en una cueva obscura...
    y los pálidos dedos del inmortal Hastío
    estrujan –rosa seca– mi pasada ventura.

    ¡Lacerante recuerdo de la extinta dulzura
    que torna vanamente al corazón vacío...!
    Perdimos el sendero y la noche perdura
    –¡la noche!– y aún no brilla tu luminar, ¡Dios mío!...

  • Oscuro y fruncido como un clavel morado,
    respira, abrigado entre el musgo humildemente,
    húmedo aun del amor que fluye lentamente
    por sus blancas nalgas hasta su borde orlado.

    Filamentos parecidos a lágrimas de leche
    lloraron, rechazados por la ventisca monstruosa,
    cruzando pequeños coágulos de lodo rosa
    hacia donde la vertiente los llama a perderse...

  • Soneto final

    Por desplumar arcángeles glaciales,
    la nevada lilial de esbeltos dientes
    es condenada al llanto de las fuentes
    y al desconsuelo de los manantiales.

    Por difundir su alma en los metales,
    por dar el fuego al hierro sus orientes,
    al dolor de los yunques inclementes
    lo arrastran los herreros torrenciales.

    Al doloroso trato...

  • Tu vida es un gran río, va caudalosamente,
    A su orilla, invisible, yo broto dulcemente.
    Soy esa flor perdida entre juncos y achiras
    Que piadoso alimentas, pero acaso ni miras.

    Cuando creces me arrastras y me muero en tu seno,
    Cuando secas me muero poco a poco en el cieno;
    Pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente
    Cuando en los días bellos vas...

  • Pálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño,
    igual que un lirio triste al claror de la luna,
    te miré en una noche, desnudando el sedeño
    ropaje coronado por tu melena bruna.
    Me acerqué... Desflorando mi boca tu risueño
    pudor (¡oh, primavera!), te quise y fuiste mía.
    Tus esquivas caricias son sólo un loco sueño
    que ahuyenta lo brumoso de mi melancolía...

  • Soñé que tú me llevabas
    por una blanca vereda,
    en medio del campo verde,
    hacia el azul de las sierras,
    hacia los montes azules,
    una mañana serena.
    Sentí tu mano en la mía,
    tu mano de compañera,
    tu voz de niña en mi oído
    como una campana nueva,
    como una campana virgen
    de un alba de primavera.
    ¡Eran tu voz y tu mano,...