Soneto de Manuel

Ardiente una muchacha el otro día, en tanto que su madre en misa estaba, llena de miedo y turbación dudaba si a su amante Manuel se lo daría. Temiendo si preñada quedaría, entre darlo y no darlo vacilaba, y el valiente mozuelo la animaba diciendo que al venir lo sacaría. Fueron tan poderosos los ataques, que consiguió, por fin, verla en el suelo, y dijo al derramar de los zulaques: -Qué suave es la sustancia del ciruelo: por tu vida, Manuel, no me la saques, y más que llegue la barriga al cielo.

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1765

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