• Fué la celeste imagen de la dicha
    que rozó la existencia con sus alas,
    el corazón se resignó a perderla
    y levantó una cruz en su esperanza.
    Fué como un astro
    que errante pasa:
    dejó un surco de luz en la memoria
    y se perdió en la noche desolada.

  • Bajo la curva de la noche, fúnebre,
    sobre la arena del desierto, cálida,
    se conturba la mente del proscripto,
    su pie desnudo, vacilante, marcha;
    y allá en la curva fúnebre del cielo
    la estrella solitaria;
    y allá, sobre las cálidas arenas,
    ¡el oasis y el agua!
    Bajo la curva del dolor, fatídica,
    sobre el desierto de mi vida, trágica,...

  • En mi memoria estás mansión querida,
    con signos indelebles señalada,
    tú que alargas las horas de una vida
    al rigor de un suplicio destinada.

    Mientras furioso a la venganza aspira
    el déspota en frenético ardimiento,
    dulcemente mi pecho aquí respira
    tu ambiente puro, de cuidado exento.

    Me detienes seguro meditando
    desde el tranquilo y...

  • El demonio de mis sueños
    ríe con sus labios rojos,
    sus negros y vivos ojos,
    sus dientes finos, pequeños.
    Y jovial y picaresco
    se lanza a un baile grotesco,
    luciendo el cuerpo deforme
    y su enorme
    joroba. Es feo y barbudo,
    y chiquitín y panzudo.
    Yo no sé por qué razón,
    de mi tragedia, bufón,
    te ríes... Mas tú eres vivo...

  • Es un flete criollo, violento y amontonado.

    Vive para el llano.

    Sus vasos son ebrios de verde y la tarde, en crepúsculo orificado, se enamoró de sus ojos.

    Comió pampa, en gramilla y trébol, y su hocico resopla vastos golpes, en sed de horizonte.

    La línea, la eterna línea, allá, en que se acuesta el cielo.

    Contra el amanecer, cuando la noche olvida sus...

  • Mi corazón
    nostálgico acunador de ensueños,
    imantado de amor
    tuvo la ficción del Norte
    en los cuatro puntos cardinales.

    Mi corazón poeta y buril loco
    en el mármol frígido de las razones,
    —muriendo ya— saludará
    en los cromos lejanos de la tarde
    a una mano fúlgida,
    clamante viajera de horizontes,
    que llama... llama...

  • Mi corazón leal, se amerita en la sombra.
    Yo lo sacara al día, como lengua de fuego
    que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz;
    y al oírlo batir su cárcel, yo me anego
    y me hundo en ternura remordida de un padre
    que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego.

    Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
    Placer, amor, dolor... todo le es ultraje...

  • ¿Mí corazón se ha dormido?
    Colmenares de mis sueños,
    ¿ya no labráis? ¿Está seca
    la noria del pensamiento,
    los cangilones vacíos,
    girando, de sombra llenos?
    No; mi corazón no duerme.
    Está despierto, despierto.
    Ni duerme ni sueña; mira,
    los claros ojos abiertos,
    señas lejanas y escucha
    a orillas del gran silencio.

  • ENERO

    Día 1.º

    Entró en mi cuarto de un brinco;
    me miró con faz severa,
    y me habló de esta manera
    el año sesenta y cinco:

    -«Sin razón quejas exhalas,
    porque mi vuelo apresuro:
    tienes un medio seguro
    para arrancarme las alas.
    Si escribiendo te señalas,
    si tu inspiración recobras,
    no experimentes zozobras...

  • El Dios en quien yo creo palpita en la conciencia,
    los sabios y los justos, sus sacerdotes son,
    los cielos y los mares publican su existencia,
    el bien es su doctrina, su templo la creación.