Es dulce a quien habita tierra ajena
nuevas sabe su país nativo,
que engaña de la ausencia la gran pena;
mas yo, que ausente de mi patria vivo,
consuelo ni alegría sentir suelo
con lo que a todos es grato y festivo.
Antes me oprime grave desconsuelo;
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¡Ay! que han llegado a tan horrible punto |
Tus hechizos, mujer, la eterna Suerte |
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Aun estoy en la aurora de mi día |
Volar parece nuestro leve coche, |
¡Cuantas veces, oh madre, fatigado |
¡Oh cuanto triste venturoso día, |
Me acuerdo siempre: era una tarde triste |
No más supliques, corazón, ni llores: |