La mar, tras la borrasca, se estremecía sorda
del moribundo día a la dudosa luz,
cuando yo, sobre el puente, de pechos en la borda,
pensaba así, mirando la inmensidad azul:
Bajo la frágil tabla donde al azar me fío,
¿qué pasa en los abismos recónditos del mar?
¿Qué ley rige ese mundo desconocido y frío,
sumido en los horrores de eterna oscuridad?...