• A Miguel Ángel Barona

    Guárdate tus sonrisas: mi corazón hastiado,
    como fruto en sazón, a la tierra se inclina;
    la senda ha sido larga, amiga: estoy cansado,
    y quisiera gozar de mi hora vespertina.

    Odio aquellos amores de folletín: mi herida
    no mendiga limosnas de piedades ajenas.
    Yo tengo...

  • Palmera brasileña, que al caminante herido
    ofrendaras tus dátiles de pasión y de olvido,
    en el desierto único: tu eres la apoteosis
    que, nimbando de incendios sus fecundas neurosis,

    cruzas por los vaivenes de su hondos desvelos
    como si fueras luna de sus noches de duelos.
    Yo traigo a tu floresta la alondra moribunda
    que, en el violín del bosque,...

  • Amada: no has querido plasmarte jamás
    como lo ha pensado mi divino amor.
    Quédate en la hostia,
    ciega e impalpable,
    como existe Dios.

    Si he cantado mucho, he llorado más
    por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
    Quédate en el seso,
    y en el mito inmenso...

  • He vuelto a media noche a mi casa, y un canto
    como vena de agua que solloza, me acoge...
    Es el músico célibe, es el solista dócil
    y experto, es el zenzontle que mece los cansancios
    seniles y la incauta ilusión con que sueñan
    las damitas... No cabe duda que el prisionero
    sabe cantar. Su lengua es como aquellas otras
    que el candor de los clásicos...

  • Es para llorar que buscamos nuestros ojos
    Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
    En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas

    Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
    Y sobre nuestra memoria de carne
    Es para llorar que apreciamos nuestros huesos
    y a la muerte sentada junto a la novia
    Escondemos nuestra voz de todas las noches
    ...

  • Para mí tu recuerdo es hoy como una sombra
    del fantasma que dimos el nombre de adorada…
    Yo fui bueno contigo. Tu desdén no me asombra,
    pues no me debes nada, ni te reprocho nada.

    Yo fui bueno contigo como una flor. Un día
    del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
    te di todo el perfume de mi melancolía,
    y como quien no hiciera ningún mal me dejaste...

  • Para no pensar lo que debes pensar
    para no decirte lo que debes decirte,
    ibas mirando algo que no existe.
    Pero debes pensar y oír como se debe.

    Mira los árboles.
    Tienen hojas verdes ahora
    y tú no las has mirado.
    Palpaste más de una vez sus troncos
    viste latir y subir su savia
    Mira sus hojas ahora.

    Qué manía tienes.
    Quieres...

  • Doy a los cuatro vientos los loores
    de tus dedos de clásica finura
    que preparan el pan sin levadura
    para el banquete de nuestros amores.

    Saben de las domésticas labores
    lucen en el mantel su compostura
    y apartan, de la verde, la madura
    producción de los meses frutidores.

    Para gloria de Dios en homenaje
    a tu excelencia, mi soneto adorna...

  • Porque se está solo ahí,
    porque en la locura y la muerte
    se está solo,
    porque hay un ojo fijo,
    incambiado, que acecha sin sentido,
    yo quiero ahora abrazaros,
    y siquiera no más,
    hablar de cómo cambia el cielo.

  • Es de noche y la ciudad dormida,
    duerme.
    Y el mar espera.
    Y la noche espera.
    Y en el cielo una sola estrella
    sola espera.
    Zumba de pronto un tranvía.
    Zumba que zumba en la vía.
    Sube la cuesta de una calle
    se balancea, zumba, cabecea
    y cae
    y sube
    ya fuera de la vía, sube
    un tranvía....