Salvador Díaz Mirón

  • Palma, no te enorgullezcas
    de superar en altura
    a los laureles y almendros
    sobre cuyas copas triunfas.
    La tempestad se avecina,
    y cuando el rayo fulgura,
    las frentes menos enhiestas
    son las que están más seguras.

    No te ensoberbezcas, rosa,
    ...

  • Tristes los ojos, pálido el semblante,
    de opaca luz al resplandor incierto,
    una joven con paso vacilante
    su sombra traza en el salón incierto.

    Se sienta al piano: su mirada grave
    fija en el lago de marfil que un día
    aguardó el beso de su mano suave
    ...

  • ¡Yo quisiera salvar esa distancia,
    ese abismo fatal que nos divide,
    y embriagarme de amor con la fragancia
    mística y pura que tu ser despide!

    ¡Yo quisiera ser uno de los lazos
    con que decoras tus radiantes sienes!
    ¡Yo quisiera, en el cielo de tus brazos,...

  • Junto al plátano sueltas, en congoja
    de doncella insegura, el broche al sayo.
    La fuente ríe, y en el borde gayo
    atisbo el tumbo de la veste floja.

    Y allá, por cima de tus crenchas, hoja
    que de vidrio parece al sol de mayo,
    toma verde la luz del vivo rayo,...

  • Cuanto en mí vierte luz y armonía
    ha nacido a tus besos de miel;
    yo soy bardo y tribuno, alma mía,
    porque tú eres aliento y laurel.

    Si he lanzado una piedra a los cielos,
    si fui cruel, no me guardes rencor;
    confesando que ha sido por celos,
    harto digo...

  • Dea

    Recio y amplio edificio, que no brilla
    Por la elegancia y el primor del arte.
    Fue convento y capilla
    Y es hospital. Elévase a la orilla
    Del mar, hacia la parte
    De Oriente, por la cual hay un baluarte,-
    De dos que duran a evocar memoria
    De antiguos...

  • ¡Clava en mí tu pupila centellante
    en donde el toque de la luz impresa
    brilla como una chispa de diamante
    engastada en una húmeda turquesa!

    ¡Tal fulgura una perla de rocío
    en el esmalte azul de una corola!
    ¡Tal radia en el crepúsculo sombrío
    la...

  • Para endulzar un poco tus desvíos
    fijas en mí tu angelical mirada
    y hundes tus dedos pálidos y fríos
    en mi oscura melena alborotada.

    ¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
    Estamos separados por un mundo.
    ¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
    ¿Por...

  • A M...[1]

    Tu traición justifica mi falsía
    aunque lo niegues con tu voz de arrullo;
    mi amor era muy grande, pero había
    algo más grande que mi amor, mi orgullo.

    Calla, pues. Ocultemos nuestro...

  • Una flor por el suelo,
    un cielo de hojas empapado en lloro
    y encima de ese cielo, el otro cielo
    lleno de luna y de brillantes y oro...
    Un arroyo que el aura acariciaba;
    un banco... sobre el banco
    así, como quien flota, se sentaba;
    y vestida de blanco,...