José María Gabriel y Galán

  • Con el relente que le dé tempero,
    la madrugada roció la tierra.
    Se siente frío en la besana húmeda;
    el terruño está solo. Ya alborea.
    Lo dice levantándose del surco
    la alondra mañanera
    que desgrana en el aire de sus trinos
    hilo copioso de sonantes perlas...

  • He admirado el hormiguero
    cuando henchían su granero
    las innúmeras hormigas.
    He observado su tarea
    bajo el fuego que caldea
    la estación de las espigas.

    Esquivando cien alturas
    y salvando cien honduras,
    las conduce hasta las eras
    un sendero...

  • Con la canana llena
    de municiones,
    y el morral atestado
    de provisiones,
    la escopeta brillante
    como unas ascuas,
    el Coral tan alegre
    como unas Pascuas,
    la petaca bien llena
    de cigarrillos
    y las manos metidas
    en los bolsillos,...

  • Cuando pasa el Nazareno
    de la túnica morada,
    con la frente ensangrentada,
    la mirada del Dios bueno
    y la soga al cuello echada,

    el pecado me tortura,
    las entrañas se me anegan
    en torrentes de amargura,
    y las lágrimas me ciegan,
    y me hiere la...

  • Cuando pueda arrancar de los infiernos
    legiones de cariátides humanas,
    cuando pueda traer de los edenes
    almas de luz con luz apacentadas;
    cuando sepa sondear el de los réprobos
    infame corazón, lleno de llagas;
    cuando sepa sentir el de los ángeles
    sentir...

  • I

    Era un día crudo y turbio de febrero
    que las sierras azotaba
    con el látigo iracundo
    de los vientos y las aguas...
    Unos vientos que pasaban restallando
    las silbantes finas alas...
    Unos turbios, desatados aguaceros,
    cuyas gotas aceradas
    ...

  • Lejos, bastante lejos,
    del pueblo mío,
    encerrado en un monte
    triste y sombrío,
    hay un valle tan lindo
    que no hay quien halle
    un valle tan ameno
    como aquel valle.

    Entre sus arboledas,
    por la espesura
    solitaria y tranquila,
    corre y...

  • I

    El padre es un tosco
    labriego fornido,
    áspero y velludo
    gigante broncíneo.
    ¡La madre, una hembra
    con hombrunos bríos,
    desgarradas formas,
    groseros aliños!
    ¡Y ved el misterio!...
    La niña ha nacido
    pequeñita y blanca
    como...

  • I

    ¡Pobrecita madre!
    ¡Se murió solita!
    Cuando vino el cabrero a la choza
    con la cabra «Galana» parida
    y el trémulo chivo
    sin lamer ni atetar todavía,
    vio a la madre muerta
    y a la niña viva.
    Sobre un borriquillo,
    sobre una angarilla...

  • Te invito desde el destierro.
    Sin despecho, sin rencores.
    En este risueño encierro,
    hospital de mis dolores,
    estoy cantando el entierro
    de nuestros muertos amores.

    ¡Prevista estaba la suerte!
    Inquietos y casquivanos,
    y puestos entre tus manos,...