Te invito desde el destierro. Sin despecho, sin rencores. En este risueño encierro, hospital de mis dolores, estoy cantando el entierro de nuestros muertos amores. ¡Prevista estaba la suerte! Inquietos y casquivanos, y puestos entre tus manos, murieron de mala muerte, que no hay cosa menos fuerte que unos amores livianos. El tuyo liviano era, y el que te di no me extraña que víctima suya fuera. ¡Ya no eres tú la primera pobre mujer que me engaña de esa sencilla manera! Y en este juego de amor sé que quieres demostrar que no fui yo el burlador... Tranquila puedes estar, que yo mismo haré constar que es muy tuyo el tal honor. Y dígote sin recelo que tu engaño hízome daño, porque yo no soy de hielo; mas no te parezca extraño que ahora bendiga ese engaño que le abre a mi amor el cielo. Pondrélo en lugar seguro, pues, tras fracaso tan duro, no a más mujeres confío un amor como este mío, que, por no ser todo impuro, te ha parecido muy frío. De una aspiración bendita te he querido hablar mil veces: mas sospecho, mujercita, que esta idea que me agita no cabe en las estrecheces de tu linda cabecita. Haciendo estoy penitencia, y quiera Dios perdonarme amores tan desdichados: quiero limpiar mi conciencia para ante Dios presentarme sin esos ruines pecados. Y limpio de vaho impuro de aquel amor tentador, tan torpe como inseguro, después que me sienta puro, pondré en Dios todo mi amor, que en Dios estará seguro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antes que en ese camino, por donde corres sin tino, des con un mal caballero que juegue con tu imprudencia, te invito a hacer penitencia y a cambiar de derrotero. Qué, ¿te ríes? ¡Cuántas veces he temido, mujercita, que esta sana aspiración no cabe en las estrecheces de esa linda cabecita y ese enfermo corazón!...
Invitación
More from Poet
-
Amo, de aquella cuestión de ayer, pues ya me atreví, -¡Gracias a Dios, cobardón! ¿Y qué te dijo? que sí. -¿Ves, Jenaro? Si te dejo no llegas nunca a animarte y te me mueres de viejo con las ganas de casarte. Me gusta la valentía. Y la lengua, ¿se enredó? -Pues, mire usted, yo creía que iba a ser...
-
El huerto que heredé de mis mayores no tiene bellas flores de efímero vivir ni tenues frondas; tiene hiedra sagrada de hojas perennes y raíces hondas; fresca niñez y ancianidad honrada. Una bíblica higuera lo llena todo con su copa oscura, y una fuente con rica regadera, que música me da, le da...
-
¿Qué tendrá la hija del sepulturero, que con asco la miran los mozos, que las mozas la miran con miedo? Cuando llega el domingo a la plaza y está el bailoteo como el sol de alegre, vivo como el fuego, no parece sino que una nube se. atraviesa delante del cielo: no parece sino que se anuncia, que...
-
Aquella flor anónima de pétalos iguales que sola está en el páramo de grises pizarrales, ¿por qué ha nacido allí? Y aquella moza rústica que a ser esclava aspira de aquel pastor selvático que huraño y torvo mira, ¿por qué lo adora así? ¿Por qué mete el cernícalo su nido en la hendidura y el...
-
Aquella flor anónima de pétalos iguales que sola está en el páramo de grises pizarrales, ¿por qué ha nacido allí? Y aquella moza rústica que a ser esclava aspira de aquel pastor selvático que huraño y torvo mira, ¿por qué lo adora así? ¿Por qué mete el cernícalo su nido en la hendidura y el...