Gustavo Adolfo Bécquer

  • XXIV.

     
     Dos rojas lenguas de fuego
    Que, á un mismo tronco enlazadas,
    Se aproximan, y al besarse
    Forman una sola...

  • Su mano entre mis manos,
    sus ojos en mis ojos,
    la amorosa cabeza
    apoyada en mi hombro,

    ¡Dios sabe cuántas veces,
    con paso perezoso,
    hemos vagado juntos
    bajo los altos olmos
    que de su casa prestan
    misterio y sombra al pórtico!
    Y ayer...

  • Hoy como ayer, mañana como hoy
    ¡y siempre igual!
    Un cielo gris, un horizonte eterno
    y andar..., andar.

    Moviéndose a compás como una estúpida
    máquina, el corazón;
    la torpe inteligencia del cerebro
    dormida en un rincón.

    El alma, que ambiciona un...

  • Primera voz
    Las ondas tienen vaga armonía,
    Las violetas suave olor,
    brumas de plata la noche fría,
    luz y oro el día;
    yo algo mejor:
    ¡yo tengo Amor!

    Segunda voz
    Aura de aplausos, nube rabiosa,
    ola de envidia que...

  • Apoyando mi frente calurosa
    en el frío cristal de la ventana,
    en el silencio de la oscura noche
    de su balcón mis ojos no apartaba.

    En medio de la sombra misteriosa
    su vidriera lucía iluminada,
    dejando que mi vista penetrase
    en el puro santuario de su...

  • Cuando miro el azul horizonte
     Perderse á lo lejos,

    Al través de una gasa de polvo
    Dorado é inquieto,
    Me parece posible arrancarme...

  •  Cuando sobre el pecho inclinas
    La melancólica frente,
    Una azucena tronchada
    Me pareces.

    ...

  • No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
    me admiró tu cariño mucho más;
    porque lo que hay en mí que vale algo
    eso... ¡ni lo pudiste sospechar!.

  • De lo poco de vida que me resta
    diera con gusto los mejores años,
    por saber lo que a otros
    de mí has hablado.

    Y esta vida mortal... y de la eterna
    lo que me toque, si me toca algo,
    por saber lo que a solas
    de mí has pensado.

    ...

  • ¡Qué hermoso es ver el día
    coronado de fuego levantarse,
    y a su beso de lumbre
    brillar las olas y encenderse el aire!

    ¡Qué hermoso es tras la lluvia
    del triste otoño en la azulada tarde,
    de las húmedas flores
    el perfume beber hasta saciarse!

    ¡...