Gustavo Adolfo Bécquer

  • La gota de rocío que en el cáliz
    duerme de la blanquísima azucena,
    es el palacio de cristal en donde,
    vive el genio feliz de la pureza.

    Él le da su misterio y poesía;
    él, su aroma balsámico le presta.
    ¡ Ay de la flor, si de la luz al beso
    se evapora...

  • XV.

     
     Cendal flotante de leve bruma,
    Rizada cinta de blanca espuma,
    ...

  • Nuestra pasión fue un trágico sainete
    en cuya absurda fábula
    lo cómico y lo grave confundidos
    risas y llanto arrancan.

    Pero fue lo peor de aquella historia
    que al fin de la jornada
    a ella tocaron lágrimas y risas
    y a mí, sólo las lágrimas.

  • Yo me he asomado a las profundas simas
    de la tierra y del cielo
    y les he visto el fin con los ojos
    o con el pensamiento.

    Mas, ¡ay! de un corazón llegué al abismo,
    y me incliné por verlo,
    y mi alma y mis ojos se turbaron:
    ¡tan hondo era y tan negro!...

  • Como enjambre de abejas irritadas,
    de un obscuro rincón de la memoria
    salen a perseguirnos los recuerdos
    de las pasadas horas.

    Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo tan inútil!
    Me rodean, me acosan,
    y unos tras otros a clavarme vienen
    el agudo aguijón que...

  • Flores tronchadas, marchitas hojas
    arrastra el viento;
    en los espacios tristes gemidos
    repite el eco.

    ................................

    Entre las nieblas de lo pasado,
    en las regiones del pensamiento,
    gemidos tristes, marchitas galas
    son mis...

  • Es un sueño la vida,
    pero un sueño febril que dura un punto;
    Cuando de él se despierta,
    se ve que todo es vanidad y humo...
    ¡Ojalá fuera un sueño
    muy largo y muy profundo,
    un sueño que durara hasta la muerte!...
    Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

    ...
  •  
     Los invisibles átomos del aire
    En derredor palpitan y se inflaman;
    El cielo se deshace en rayos de oro;
    La tierra se estremece alborozada;
    Oigo flotando en olas de armonía
    Rumor de besos y batir de alas...

  • XXVI.

     
    Voy contra mi interés al confesarlo;
    Pero yo, amada mía,
    Pienso, cual tú, que...

  • Cuando me lo contaron sentí el frío
    de una hoja de acero en las entrañas,
    me apoyé contra el muro, y un instante
    la conciencia perdí de donde estaba.

    Cayó sobre mi espíritu la noche,
    en ira y en piedad se anegó el alma,
    ¡Y entonces comprendí por qué se llora...