Gustavo Adolfo Bécquer

  • Mi vida es un erial,
    flor que toco se deshoja;
    que en mi camino fatal
    alguien va sembrando el mal
    para que yo lo recoja.


    ...
  • En la imponente nave
    del templo bizantino,
    vi la gótica tumba a la indecisa
    luz que temblaba en los pintados vidrios.

    Las manos sobre el pecho,
    y en las manos un libro,
    una mujer hermosa reposaba
    sobre la urna del cincel prodigio.

    Del cuerpo...

  • Tu aliento es el aliento de las flores,
    tu voz es de los cisnes la armonía;
    es tu mirada el esplendor del día,
    y el color de la rosa es tu color.
    Tú prestas nueva vida y esperanza
    a un corazón para el amor ya muerto:
    tú creces de mi vida en el desierto
    ...

  • XII.

     
     Porque son, niña, tus ojos
    Verdes como el mar, te quejas;
    Verdes los tienen las náyades,
    Verdes los tuvo...

  • XXVIII.

     
     Cuando entre la sombra oscura
    Perdida una voz murmura
    Turbando su triste calma,
    Si en el fondo de mi...

  • Como en un libro abierto
    leo de tus pupilas en el fondo;
    ¿a qué fingir el labio
    risas que se desmienten con los ojos?

    ¡Llora! No te avergüences
    de confesar que me quisiste un poco.
    ¡Llora! Nadie nos mira!
    Ya ves: soy un hombre... ¡y también lloro!...

  • Entre el discorde estruendo de la orgía
    acarició mi oído,
    como nota de lejana música,
    el eco de un suspiro.

    El eco de un suspiro que conozco,
    formado de un aliento que he bebido,
    perfume de una flor que oculta crece
    en un claustro sombrío.

    Mi...

  • No dormía; vagaba en ese limbo
    en que cambian de forma los objetos,
    misteriosos espacios que separan
    la vigilia del sueño.

    Las ideas que en ronda silenciosa
    daban vueltas en torno a mi cerebro,
    poco a poco en su danza se movían
    con un compás más lento...

  • ¡Quién fuera luna,
    quién fuera brisa,
    quién fuera sol!

    ..............................

    ¡Quién del crepúsculo
    fuera la hora,
    quién el instante
    de tu oración!
    ¡Quién fuera parte
    de la plegaria
    que solitaria
    mandas a Dios!

    ...
  •  Del salón en el ángulo oscuro,
    De su dueño tal vez olvidada,
    Silenciosa y cubierta de polvo
    Veíase el arpa.

    ...