• ¡Oh vírgenes rebeldes y sumisas:
    convertidme en el fiel reclinatorio
    de vuestros oídos y vuestras sonrisas
    y en la fragua sangrienta del holgorio
    en que quieren quemarse vuestras prisas!...

    ¡Oh botones baldíos en el huerto
    de una resignación llena de abrojos:
    lloráis un bien que, sin nacer, ha muerto,
    y a vuestra pura lápida concierto
    los...

  • Lleva, Lelio, a la sombra
    De la fuente vecina,
    Los vasos, las botellas,
    Y la sonora lira:

    De yedra coronados
    Sentados a la orilla
    Alegres beberemos
    Con las campestres ninfas.

    No cantaré el azote
    De guerras numantinas
    Ni la sangrienta espada
    Del invencible Anibal;

    No en púrpura tenidos
    Los mares de Sicilia,
    ...

  • VEN, Lesbia, ven, sobre mi pecho ardiente
    Reclina sin cuidado.
    Llena de amor, la entristecida frente;
    Que quiero abandonado
    Del mundo todo, en placentera calma,
    Á tí tan solo consagrar mi alma.

    Ven, calmaré tu duelo y tus dolores;
    Aquí sobre la alfombra
    De tierna grama y de silvestres flores,
    Á la tendida sombra
    Del verde cedro y de...

  • ¿Por qué de tus penas
    Ir siempre seguida?
    El duelo importuno
    ¿Por qué no mitigas?

    ¿No ves que cebadas
    Así las desdichas,
    Estragan, Licoris,
    La flor d e la vida?

    Ya un año ha corrido,
    Y el mal que te agita
    Pintado con llanto
    Se ve en tus mejillas.

    Tus ojos hermoso,
    Están todavía
    Mirando el camino
    Que...

  • Almas afines hay; bésalas Jove,
    Y las manda a la tierra con el sello
    De divina hermandad. Si no se encuentran,
    Largo gemido y sempiterno lloro
    Es su vida mortal. De vanos sueños
    Se enamoran tal vez; el aire abrazan,
    Y entre el error y la esperanza viven.
    Una forma, una línea o un sonido
    Les trae el eco de su dulce hermana,
    Sombra...

  • Garzón de tan linda faz,
    que, vestido de mujer,
    nadie pudiera creer
    que fuera el traje disfraz:
    al presumido Narciso
    en gracia y beldad excedes,
    y al troyano Ganimedes
    a quien Jove mismo quiso.
    No hay en nuestros campos flores,
    ni en el firmamento estrellas,
    como en Lima damas bellas
    que codician tus amores.
    Mas las...

  • ¡Cuánto tus días serenos,
    dulce Lima, echo de menos!
    ¡Cuánto extraño
    de tu clima la blandura,
    tu primavera que dura
    todo el año!
    En esta región do eterno
    durar anuncia el invierno,
    donde va
    uno de otro día en pos,
    ni asoma el astro que dios
    te fue ya;
    y envuelto en oscuro manto,
    derrama el cielo su llanto
    sin...

  • El que perdidos para siempre gima
    el contento del alma y el reposo,
    vuele a tu seno, deleitosa Lima,
    y s ser en breve tornará dichoso.
    Tú, cual palacio de potente maga,
    virtud encierras de sin par dulzura,
    que cicatriza la más honda llaga
    y la dolencia más antigua cura.
    Tú a memorias acerbas y tenaces
    la paz concedes del sabroso olvido,...

  • La clara luna su fulgor dilata
    en cielo de purísimo zafir,
    y en rico manto de luciente plata
    parece, oh Lima, tu beldad vestir.
    Mas en vano te llama y te convida
    de tan bello espectáculo a gozar
    el astro en cuyas luces sumergida
    toda te miro, como en claro mar.
    Silenciosas tus calles y desiertas,
    cuando aún las horas del bullicio son,...

  •   China, espérame a las once;
    A esa hora no nos ve náides,
    Porque están negras las noches
    Como sotana de fláire.
    Déjate de andar zonciando
    Con la vieja y con tu padre,
    Que, últimamente, es al ñudo
    Esconder lo que eyos saben.
    ¡Mirá quién, china, tu vieja
    Pa no cazarla en el aire,
    Eya, que jué p'al amor
    Como Rivera p'al sable!...