¡Cuánto tus días serenos,
dulce Lima, echo de menos!
¡Cuánto extraño
de tu clima la blandura,
tu primavera que dura
todo el año!
En esta región do eterno
durar anuncia el invierno,
donde va
uno de otro día en pos,
ni asoma el astro que dios
te fue ya;
y envuelto en oscuro manto,
derrama el cielo su llanto
sin cesar,
y del frío el rigor ciego
me encadena junto al fuego,
del hogar;
y en el silencio y la calma
de mi estancia siento el alma
siempre triste,
que de la naturaleza
la contagiosa tristeza
me la viste.
Jamás la lluvia iracunda
en sus piélagos te inunda
resonantes;
solo la Noche o la Aurora
líquidas perlas te llora
y diamantes.
Nunca brilló a tu mirada
del relámpago la espada,
ni a tu oído,
de blandas músicas lleno,
sonó del hórrido trueno
el rugido.
Muy mas claras que los días
de estas regiones sombrías
son tus tardes:
tiempo en que vuelva de Lima
al templado elíseo clima,
ven, no tardes.
(1856)