• Una flor por el suelo,
    un cielo de hojas empapado en lloro
    y encima de ese cielo, el otro cielo
    lleno de luna y de brillantes y oro...
    Un arroyo que el aura acariciaba;
    un banco... sobre el banco
    así, como quien flota, se sentaba;
    y vestida de blanco,
    bella como un arcángel, me esperaba.
    Aún flotan en mis noches de desvelo
    con la luz...

  • ¡Hablad! ¡hablad, cadáveres!
    Decidme ¿quienes son
    los asesinos pérfidos
    que así el puñal feroz
    en vuestro seno mísero
    hundieron á traición?
    ¿Quién eres tú? respóndeme
    ¿Tu nombre? —Religión.
    —¿Y tu asesino? —El tímido
    ministro del Señor.

    ¿Y á ti que, en cálida sangre,
    te agitas ¿quíén te hirió, quién?
    ¿cuál es tu nombre? —...

  • Surgió tu blanca majestad de raso,
    toda sueño y fulgor, en la espesura;
    y era en vez de mi mano -atenta al caso-
    mi alma quien oprimía tu cintura...

    De procaces sulfatos, una impura
    fragancia conspiraba a nuestro paso,
    en tanto que propicio a tu aventura
    llenóse de amapolas el ocaso.

    Pálida de inquietud y casto asombro,
    tu frente declinó...

  • I
    Este amor que quiere ser,
    acaso pronto será;
    pero ¿cuándo ha de volver
    lo que acaba de pasar?
    Hoy dista mucho de ayer.
    ¡Ayer es Nunca jamás!

    II
    Moneda que está en la mano
    quizá se deba guardar;
    la monedita del alma
    se pierde si no se da.

  • Y hoy hablo a los orientales,
    y también al Presidente,
    que se trate sabiamente
    de suprimir tantos males;
    y tuitos seamos iguales
    sin reparar la color,
    pa que unidos al reedor
    de este pabellón glorioso,
    alumbre eterno reposo
    su puro y brillante sol.

    Te hundes suelo querido
    en un cañadón sin fondo,
    esto lo dice un redondo...

  • Considerando en frío, imparcialmente,
    que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
    se complace en su pecho colorado;
    que lo único que hace es componerse
    de días;
    que es lóbrego mamífero y se peina...

    Considerando
    que el hombre procede suavemente del trabajo
    y repercute jefe, suena subordinado;
    que el diagrama del tiempo
    es constante...

  • A M...[1]

    Tu traición justifica mi falsía
    aunque lo niegues con tu voz de arrullo;
    mi amor era muy grande, pero había
    algo más grande que mi amor, mi orgullo.

    Calla, pues. Ocultemos nuestro duelo,
    la queja es infecunda y nada alcanza;
    agonicemos contemplando el cielo
    ya...

  • Dos galanes pelearon
    sobre Constanza una tarde:
    Mirad, así Dios nos guarde,
    para donde lo guardaron.
    Si nació la enemistad
    de verse un poco apretados,
    dos pueden caber holgados
    y aún tres a necesidad.

  • Mis ojos de plaza pública
    Mis ojos de silencio y de desierto
    El dulce tumulto interno
    La soledad que se despierta
    Cuando el perfume se separa de las flores y emprende el viaje
    Y el río del alma largo largo
    Que no dice más ni tiempo ni espacio

    Un día vendrá ha venido ya
    La selva forma una sustancia prodigiosa
    La luna tose
    El mar...