• Preguntaba una noche entristecido:
    —¿En dónde están, en dónde, ¡oh genio santo!
    Los grandes pensamientos que murieron
    sin nacer, en el fondo de tu cráneo?

    Y la noche me dijo:
    —¡Míralos— Aquí están en mi regazo.
    Alcé los ojos y miré… ¡Dios mío!
    ¡Cómo hervían los astros!

  • Valcarce, dulce amigo, si tuviera
    la voz que tuve antaño, cantaría
    el intermedio de tu primavera
    —porque aprendiz he sido de ruiseñor un día—,
    y el rumor de tu huerto-entre las flores
    el agua oculta corre, pasa y suena
    por acequias, regatos y atanores—,
    y el inquieto bullir de tu colmena,
    y esa doliente juventud que tiene
    ardores de...

  • No existe lazo ya; todo está roto;
    plúgole al cielo así; ¡bendito sea!
    Amargo cáliz con placer agoto:
    mi alma reposa al fin: nada desea.
    Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos;
    ¡nunca si fuere error la verdad mire!:
    que tantos años de amargura llenos
    trague el olvido, el corazón respire.
    Lo has destrozado sin piedad; mi orgullo
    una...

  •     En la aurora lisonjera
     De mi juventud florida,
     En aquella edad primera
     -Breve y dulce primavera,
     De tantas flores vestida-
        
        Recuerdo que cierto día
     Vagaba con lento paso
     Por una floresta umbría,
     Mientras que el sol descendía
     Melancólico a su ocaso.
        
        Mi alma -que el campo enajena-
     Se...

  • Hoy las campanas al viento
    dan su fúnebre clamor.
    ¡Ay!... Sin duda, ingrata mía,
    doblan por tu corazón.

  • Solo, como un espectro por el mundo
    iba; cuando me hallaste y me dijiste:
    «¡Refúgiate en mis brazos, hombre triste!
    Soy tuya!... Soñador meditabundo!»

    Y fuiste mía; sin embargo hoy hundo
    la frente en la almohada en que pusiste
    tu cabecita núbil… y en que oíste
    la serenata de mi amor profundo,

    y ya no está allí!… La marejada
    del mal, con...

  • I

    Raza de Abel, duerme, bebe y come;
    Dios te sonríe complaciente.

    Raza de Caín, en el fango
    Arrástrate y muere miserablemente.

    ¡Raza de Abel, tu sacrificio
    Halaga la nariz de Serafín!

    Raza de Caín, tu suplicio,
    ¿Tendrá alguna vez fin?

    Raza de Abel, ve tus sembrados
    Y tus ganados crecer;

    Raza de Caín, tus entrañas...

  • Deja la procesión, súbete al paso,
    Íñigo; toma puesto en la coluna,
    pues va azotando a Dios tu propio paso.

    Las galas que se quitan sol y luna
    te vistes, y, vilísimo gusano,
    afrentas las estrellas una a una.

    El hábito sacrílego y profano
    en el rostro de Cristo juntar quieres
    ron la infame saliva y con la mano.

    Con tu sangre le...

  • Abre el pozo su boca, como vieja pupila
    sin lágrimas. El ñorbo se envejeció trepando.
    El horno que en la pascua cociera el bollo blando,
    como una gran tortuga, silenciosa, vigila.

    La araña en los rincones, nerviosa y pulcra, hila
    la artera geometría de su malla enredando.
    Las abejas no vienen de libar, como cuando
    miel destilaba el pecho que ahora...

  • Abril florecía
    frente a mi ventana.
    Entre los jazmines
    y las rosas blancas
    de un balcón florido
    vi las dos hermanas.
    La menor cosía;
    la mayor hilaba...
    Entre los jazmines
    y las rosas blancas,
    la más pequeñita,
    risueña y rosada
    —su aguja en el aire—,
    miró a mi ventana.
    La mayor seguía,
    silenciosa y...