Tu dulce voz, oh Justa, me convida
a levantar los ojos de la mente
a la segunda perdurable vida,
aspirando a ese gozo permanente
que no cansa jamás, ni mezcla alguna
se dolor o de mal en sí consiente.
¡Ay! desde que la pérfida fortuna
en flor cortó las...
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Huye la dorada puerta |
Traigo por la cadena un bello tigre hircano Felino que figura el estro a que sonríes, |
A ti me acojo, soledad querida, |
Desde que el gran Rafael |
Adiós, dulce amiga mía, |
¡Yo te saludo, dulce encantadora |
Amor y Guerra El estrago asolador |
Tristeza, pues yo soy tuyo,
¡Oh, tristeza! |
¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches rezagados y derrengados. Por unas horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí sufriré! ¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas... |