• Tu dulce voz, oh Justa, me convida
    a levantar los ojos de la mente
    a la segunda perdurable vida,
    aspirando a ese gozo permanente
    que no cansa jamás, ni mezcla alguna
    se dolor o de mal en sí consiente.
    ¡Ay! desde que la pérfida fortuna
    en flor cortó las ilusiones mías,
    y la experiencia me dejó importuna;
    desde que vivo tan amargos días,...

  • Huye la dorada puerta
    de una existencia que ignoras,
    que en este Edén que ya adoras,
    no entre lirios se despierta.
    Si en tu cándido delirio
    te place nuestra existencia,
    nunca sepa tu inocencia
    que esta vida es... el martirio.

  • Traigo por la cadena un bello tigre hircano
    Que a tu neurosis, harta de júbilos de miel,
    Inspira un acre gusto: el de pasar la mano
    Por la incitante felpa de la vistosa piel.

    Felino que figura el estro a que sonríes,
    El numen que me alienta, gallardo y fiero al par
    Y que gruñendo lame tus breves borceguíes,
    Cual por el flujo a veces en la ribera el...

  • A ti me acojo, soledad querida,
    en busca de la paz que mi alma anhela
    en su ya inquieta y procelosa vida;
    mi nave combatida
    por la borrasca de la mar del mundo,
    esquiva ya su viento furibundo,
    y en busca de otro viento sosegado
    dirige a ti su desgarrada vela,
    ¡oh!, puerto deseado
    en que la brisa de bonanza vuela.

    Tú levantas el...

  • Desde que el gran Rafael
    dio al mundo, la maravilla
    de la Virgen de la Silla,
    trasladarla en copia fiel
    procura en vano el pincel,
    el buril procura en vano;
    que no fue dado a otra mano
    igualar la perfección
    y la celeste expresión
    de aquel grupo soberano.
    Mas tu ingenio, Carolina,
    aun copiando débil copia,
    la expresión y...

  • Adiós, dulce amiga mía,
    mas que mi amiga mi hermana,
    que, aunque hace aún breve tiempo
    que logré la dicha rara
    de conocerte, me debes
    tal cariño, amistad tanta,
    como si te conociera
    desde mi primer infancia;
    si bien el cielo sus dones
    te concedió tan sin tasa
    y en tan alto extremo tal hizo
    afable, modesta, casta,
    de tan...

  • ¡Yo te saludo, dulce encantadora
    indefinible hora,
    donde se unen y mezclan noche y día!
    ¡Hora de suave calma
    y de vaga inefable poesía!
    ¡Oh romántica virgen sonadora!
    a tu triste beldad ceda la palma
    la rozagante Aurora:
    que su faz leda y su mirada viva
    menos al tierno corazón agrada
    que tu faz pensativa
    y dulce melancólica...

  • Amor y Guerra

    El estrago asolador
    y los males de la Guerra
    reparas, mísera Tierra
    con los bienes del Amor.
    Y aunque aquélla de matar
    nunca se cansa, a porfía
    hijos del amor te cría
    que llenen aquel lugar.
    Que por eso quiso Dios
    en el éter colocarte
    entre Venus y entre Marte,
    partícipe de los dos.

    (1863)

  • Tristeza, pues yo soy tuyo,
    tú no dejes de ser mía;
    mira bien que me destruyo
    sólo en ver que el alegría
    presume de hacerme suyo.

    ¡Oh, tristeza!
    que apartarme de contigo
    es la más alta crueza
    que puedes usar conmigo.
    No huyas ni seas tal
    que me apartes de tu pena;
    soy tu tierra natural,
    no me dejes por la ajena
    do...

  • ¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches rezagados y derrengados. Por unas horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí sufriré!

    ¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas. Lo primero, doble vuelta al cerrojo. Me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi soledad y...