• Señora: llego a Ti
    Desde las tenebrosas anarquías
    Del pensamiento y la conducta, para
    Aspirar los naranjos
    De elección, que florecen
    En tu atrio, con una
    Nieve nupcial... Y entro
    A tu Santuario, como un herido
    A las hondas quietudes hospicianas
    En que sólo se escucha
    El toque saludable de una esquila.

    Vestida de luto eres,...

  • Si el cielo está sin luces,
    el campo está sin flores,
    los pájaros no cantan,
    los arroyos no corren,
    no saltan los corderos,
    no bailan los pastores,
    los troncos no dan frutos,
    los ecos no responden...
    es que enfermó mi Filis
    y está suspenso el orbe.

  • Del seno fértil de la Madre Vesta,
    En actitud erguida se levanta
    La airosa piña de esplendor vestida,
    Llena de ricas galas.

    Desde que nace, liberal Pomona
    Con la muy verde túnica la ampara,
    Hasta que Ceres borda su vestido
    Con estrellas doradas.

    Aun antes de existir, su augusta madre
    El vegetal imperio la prepara,
    Y por regio blasón...

  • Vicio divino, que a groseros vicios
    Me hiciste despreciar,
    Y las mil vanidades y artificios
    Del tráfico vulgar;
    Sacro elixir que al corazón y al alma
    Das juventud sin fin,
    Y entre abrojos y fango, etérea calma
    Y alas de serafín,
    Con que volver al aire primitivo,
    Al gusto primicial
    Y juicio puro, y al entero activo
    Ser todo...

  • ¡Salud, primavera, princesa encantadora!
    saludo engrandecido las gasas de tu velo;
    ya orlan tus vestidos el argentino suelo.
    ¡Salud, reina galana que el trópico atesora!
    En la triunfal carroza que llegas, soñadora,
    viene la diosa áurea con perfumado vuelo.
    ¡quién sabe de qué mundo! ¡quién sabe de qué cielo!
    ¡salud, gentil doncella! ¡tu túnica...

  • Cuando la griega juventud volaba
    al campo de la gloria,
    y al macedón guerrero arrebataba
    el sangriento laurel de la victoria:
    ¿quién a blandir la fulminante lanza
    robusteció su brazo?
    En el estrago de feroz matanza
    ¿quién su pecho alentó, quién, sino el fuego
    del entusiasmo ardiente
    que corrió en viva llama por sus venas,
    cuando...

  • ¡Salve, oh La Rosa! ¡salve oh Taramona!
    ¡Pareja heroica que alentaba una alma,
    a quien dio la Amistad su noble palma,
    y dio la Gloria su inmortal corona!
    De sublime amistad nunca igualada
    os enlazaba tan estrecho nudo,
    que ni cortarlo de la Muerte pudo
    la inexorable, apartadora espada.
    Juntos ceñisteis el acero fuerte,
    juntos entrabais en...

  • Virgen celeste, ¿cuándo
    será que, mitigando
    tan severos enojos,
    vuelvas a mí los compasivos ojos?
    Ya siete veces el Abril rïente
    de verdes hojas coronó las plantas
    y de pintadas flores, y otras tantas
    cubrió de nieve el suelo tristemente
    el frío primogénito del año,
    y aún gimo y lucho con el mal extraño
    que mi cuitada juventud devora...

  • Bien parece que, al crearte,
    no te dio la suma diestra
    tan celestial hermosura
    y gracia tan halagüeña,
    sino por negarte dichas
    y alegres horas serenas,
    de éstas así descontando
    lo que prodigó en aquéllas:
    pero, ¿cuándo, dime, cuándo
    no fue infeliz la belleza?
    ¿Cuándo no fueron las gracias
    blanco de la suerte adversa?
    Tu...

  • En la Venus de Médicis el arte
    Previó cuanto hay en ti, menos la túnica.
    Irreprochable desnudez imparte
    Al mármol gracia vencedora y única.

    No te des al acaso. Dios no envía
    La suprema beldad a cualquier gusto.
    ¡La manda para ser en la porfía
    botín al fuerte y galardón al justo!