• A la cálida vida que transcurre canora
    con garbo de mujer sin letras ni antifaces,
    a la invicta belleza que salva y que enamora,
    responde, en la embriaguez de la encantada hora,
    un encono de hormigas en mis venas voraces.

    Fustigan el desmán del perenne hormigueo
    el pozo del silencio y el enjambre del ruido,
    la harina rebanada como doble trofeo
    ...

  • De este cielo extravagante y lívido,
    Atormentado como tu destino,
    ¿Qué pensamientos en tu alma vacía
    Descienden? Responde, libertino.

    —Insaciablemente, ávido
    De lo oscuro y lo incierto,
    Yo no gemiré como Ovidio
    Arrojado del paraíso latino.

    Cielos desgarrados como arenales
    En vosotros se contempla mi orgullo;
    Vuestras amplias nubes...

  • Hoy buscarás en vano
    a tu dolor consuelo.
    Lleváronse tus hadas
    el lino de tus sueños.
    Está la fuente muda,
    y está marchito el huerto.
    Hoy sólo quedan lágrimas
    para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!

  • Yo soy el coraquenque ciego
    que mira por la lente de una llaga,
    y que atado está al Globo,
    como a un huaco estupendo que girara.

    Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza
    la necedad hostil a trasquilar
    volutas de clarín,
    volutas de clarín brillantes de asco
    y bronceadas de un viejo yaraví.

    Soy el pichón de cóndor desplumado
    por...

  • Huérfano quedará mi corazón
    Alma del alma, si te vas de ahí,
    Y para siempre lloraré por ti
    Enfermo de amorosa consunción.

    Triste renuncio a las venturas todas
    De tu suave y eterna compañía,
    Hoy que se apaga con la dicha mía,
    El altar que soñé para mis bodas.

    Y el templo aquel de claridad incierta
    Y tú, como las vírgenes vestida,...

  • Por débil y pequeña,
    oh flor de paraíso,
    cabías en el vértice
    del corazón en fiesta que te quiso.

    Salíamos al campo
    y tu cuerpo minúsculo
    se destacaba airoso
    en la grana y el oro del crepúsculo.

    ¡Oh noches enlunadas
    oh provinciana orquesta,
    oh tu alma piadosa!
    ¡Oh mi incansable corazón en fiesta!

    Y una noche moriste...

  • Hermosa y sana, en el pasado estío,
    murmuraba en mi oído, sin espanto:
    "Yo quisiera morirme, amado mío;
    más que el mundo me gusta el camposanto".

    Y de fiebre voraz bajo el imperio,
    moribunda ayer tarde, me decía:
    "No me dejes llevar al cementerio...
    Yo no quiero morirme todavía..."

    ¡Oh, Señor... y qué frágiles nacimos!
    ¡Y qué variables...

  • A mi madre y a mis hermanas
    Cuando me sobrevenga
    el cansancio del fin,
    me iré, como la grulla
    del refrán, a mi pueblo,
    a arrodillarme entre
    las rosas de la Plaza,
    los aros de los niños
    y los flecos de seda de los tápalos.

    A arrodillarme en medio
    de una banqueta herbosa,
    cuando sacramentando
    al reloj de la torre,
    de...

  • Bajo los árboles viejos
    cuya sombra el suelo baña
    miro perdida a lo lejos
    una pequeña cabaña.
    Todo en quietud allí vese,
    la ventana no está abierta
    y el musgo grisoso crece
    sobre el umbral de la puerta.
    Cual tibio aliento aromado
    que el frío condensa en nube
    humo tenue y azulado
    en espiral de ella sube.
    Del alma que allí...

  • Huyeron las golondrinas
    de tus alegres balcones;
    ya en la selva no hay canciones
    sino lluvias y neblinas.

    Me dan pesar sus espinas
    sólo porque a otras regiones
    huyeron las golondrinas
    de tus alegres balcones.

    Insondables aflicciones
    se posan entre las ruinas
    de mis ya muertas pasiones.
    ¡Ay, que con las golondrinas
    ...