• A los pies de un devoto franciscano
    acudió un penitente, —Diga hermano,
    ¿qué oficio tiene? —Padre, sombrerero.
    —¿Y qué estado? —Soltero.
    —¿Y cual es su pecado dominante?
    —Visitar a una moza. —¿Con frecuencia?
    —Padre mío, bastante.
    —¿Cada mes? —Mucho más. —¿Cada semana?
    —Aun todavía más. —¿La cuotidiana?
    —Hago dos mil propósitos...

  • Una música íntima no cesa,
    porque transida en un abrazo de oro
    la Caridad con el Amor se besa.

    ¿Oyes el diapasón del corazón?
    Oye en su nota múltiple el estrépito
    de los que fueron y de los que son.

    Mis hermanos de todas las centurias
    reconocen en mí su pausa igual,
    sus mismas quejas y sus propias furias.

    Soy la fronda parlante en que se...

  • Le aserraron el cráneo;
    le estrujaron los sesos,
    y el corazón ya frío
    le arrancaron del pecho.
    Todo lo examinaron
    los oficiales médicos
    mas no hallaron la causa
    de la muerte de Pedro;
    de aquel soñador pálido
    que escribió tantos versos,
    como el espacio azules
    y como el mar acerbos.
    ¡Oíd! Cuando yo muera,
    ...

  •      A la montaña he subido, satisfecho el corazón.
    En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:
    un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión.

         Florece como una flor allí toda enormidad.
    Tú ya sabes, ¡oh Satán, patrón de mi alma afligida,
    que yo no subí a verter lágrimas de vanidad.

         Como el viejo libertino busca a la vieja querida,...

  • En el mar halla el agua su paraíso ansiado
    y el sudor su horizonte, su fragor, su plumaje.
    El sudor es un árbol desbordante y salado,
    un voraz oleaje.

    Llega desde la edad del mundo más remota
    a ofrecer a la tierra su copa sacudida,
    a sustentar la sed y la sal gota a gota,
    a iluminar la vida.

    Hijo del movimiento, primo del sol, hermano
    de...

  • Sueño, que lento y pesado
    mis sentidos acometes,
    y uno a uno los sometes
    a tu imperio dilatado:

    tú en prisión pones la vista
    y gusto y tacto en olvido:
    pierde el olfato la pista,
    y, aunque el último, el oído
    también cede a tu conquista

    Y así dominas el fuerte,
    y dejas de guarnición
    la eficaz respiración
    para que impida a...

  • Yo vi dos soles rojos dominando el espacio
    Perlaban en sus rayos las luces de topacio
    y tendí mis dos manos hambrientas de infinito
    para estrujar en ellas un inefable mito.

    Las dos pupilas rojas como rosas del cielo
    cegaron mis pupilas, soberbias en su anhelo
    de mirar cara a cara los toques de diamantes.

    Después, como un crujido de nudos que se...

  • El sueño bajo el sol que aturde y ciega,
    tórrido sueño en la hora de arrebol;
    el río luminoso el aire surca;
    esplende la montaña;
    la tarde es polvo y sol.
    El terrible caracol del viento
    ronco dormita en el remoto alcor;
    emerge el sueño ingrave en la palmera,
    luego se enciende en el naranjo en flor.
    La estúpida cigüeña
    su...

  • Soñé que comulgaba, que brumas espectrales
    envolvían mi pueblo, y que Nuestra Señora
    me miraba llorar y anegar su Santuario.

    Tanto lloré, que al fin mi llanto rodó afuera
    e hizo crecer las calles como en un temporal;
    y los niños echaban sus barcos papeleros,
    y mis paisanas, con la falda hasta el huesito,
    según se dice en la moda de la provincia,...

  • Soñé que la ciudad estaba dentro
    del más bien muerto de los mares muertos.
    Era una madrugada del invierno
    y lloviznaban gotas de silencio.

    No más señal viviente, que los ecos
    de una llamada a misa, en el misterio
    de una capilla oceánica, a lo lejos.

    De súbito me sales al encuentro
    para volar a ti, le dio su vuelo
    el Espíritu Santo a mi...