¡Oh vírgenes rebeldes y sumisas:
convertidme en el fiel reclinatorio
de vuestros oídos y vuestras sonrisas
y en la fragua sangrienta del holgorio
en que quieren quemarse vuestras prisas!...

¡Oh botones baldíos en el huerto
de una resignación llena de abrojos...

Lleva, Lelio, a la sombra
De la fuente vecina,
Los vasos, las botellas,
Y la sonora lira:

De yedra coronados
Sentados a la orilla
Alegres beberemos
Con las campestres ninfas.

No cantaré el azote
De guerras numantinas
Ni la sangrienta...

VEN, Lesbia, ven, sobre mi pecho ardiente
Reclina sin cuidado.
Llena de amor, la entristecida frente;
Que quiero abandonado
Del mundo todo, en placentera calma,
Á tí tan solo consagrar mi alma.

Ven, calmaré tu duelo y tus dolores;
Aquí sobre la alfombra...

¿Por qué de tus penas
Ir siempre seguida?
El duelo importuno
¿Por qué no mitigas?

¿No ves que cebadas
Así las desdichas,
Estragan, Licoris,
La flor d e la vida?

Ya un año ha corrido,
Y el mal que te agita
Pintado con llanto
Se...

Almas afines hay; bésalas Jove,
Y las manda a la tierra con el sello
De divina hermandad. Si no se encuentran,
Largo gemido y sempiterno lloro
Es su vida mortal. De vanos sueños
Se enamoran tal vez; el aire abrazan,
Y entre el error y la esperanza viven...

Garzón de tan linda faz,
que, vestido de mujer,
nadie pudiera creer
que fuera el traje disfraz:
al presumido Narciso
en gracia y beldad excedes,
y al troyano Ganimedes
a quien Jove mismo quiso.
No hay en nuestros campos flores,
ni en el...

¡Cuánto tus días serenos,
dulce Lima, echo de menos!
¡Cuánto extraño
de tu clima la blandura,
tu primavera que dura
todo el año!
En esta región do eterno
durar anuncia el invierno,
donde va
uno de otro día en pos,
ni asoma el astro que...

El que perdidos para siempre gima
el contento del alma y el reposo,
vuele a tu seno, deleitosa Lima,
y s ser en breve tornará dichoso.
Tú, cual palacio de potente maga,
virtud encierras de sin par dulzura,
que cicatriza la más honda llaga
y la dolencia...

La clara luna su fulgor dilata
en cielo de purísimo zafir,
y en rico manto de luciente plata
parece, oh Lima, tu beldad vestir.
Mas en vano te llama y te convida
de tan bello espectáculo a gozar
el astro en cuyas luces sumergida
toda te miro, como en...

  China, espérame a las once;
A esa hora no nos ve náides,
Porque están negras las noches
Como sotana de fláire.
Déjate de andar zonciando
Con la vieja y con tu padre,
Que, últimamente, es al ñudo
Esconder lo que eyos saben.
¡Mirá quién, china, tu...