•   ¡Can sumiso y acólito, como el can de Durero;
     lazarillo cuadrúpedo, junto al Diablo y a la Muerte
     conduciendo leal y fuerte
     al Hombre en su sendero...!
     ¡Can sumiso y acólito, como el can de Durero!

      Y este ciego mendigo de rostro rasurado
     de procónsul de Roma, de trapense o de chalán,
     sigue a su guía y guardián
     porque Dios le ha cavado...

  •   Hay un Madrid que no tiene ni flores, ni fuentes, ni frondas.
     Un Madrid paria y viudo. Sus acacias orondas
     y sus olmos son muy pobre limosna para sus vías mondas.
     ¡Oh, Madrid de las rondas!

      Madrid de los gasómetros redondos, cual grandes tambores.
     Madrid de las esbeltas humeantes chimeneas.
     Madrid de los obreros denegridos y trabajadores
     y...

  • Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
    de todos los voraces ayunos pordioseros;
    mi alma y mi carne trémulas imploran a la espuma
    del mar y al simulacro azul de los luceros.

    El cuervo legendario que nutre al cenobita
    vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
    otro cuervo transporta una flor inaudita,
    otro lleva en el pico a la mujer de Adán,...

  • ¡Oh, angustia de querer expresar lo inefable,
    cuando, ave prisionera, una emoción agita
    sus alas en la cárcel del verbo miserable,
    que no traduce en ritmos su dulzura infinita!

    ¡Ay, vale más el pájaro cuya garganta trina
    su amor y su dolor, que la lengua del hombre,
    cuya alma dolorosa lo infinito adivina,
    siente la Eternidad... y no sabe su nombre!...

  • En estos hiperbólicos minutos
    en que la vida sube por mi pecho
    como una marea de tributos
    onerosos, la plétora de vida
    se resuelve en renuncia capital
    y en miedo se liquida.

    Mi sufrimiento es como un gravamen
    de rencor, y mi dicha como cera
    que se derrite siempre en jubileos,
    y hasta mi mismo amor es como un tósigo
    que en la raíz del...

  • Vive alegre su vida, humilde el corazón,
    bajo la albura intacta de un santo escapulario,
    sintiendo el goce místico de la maceración,
    en el convento en ruinas, viejo y estacionario.

    En la quietud beatífica duerme la hora impávida
    cantada por el bronce de un campanil sonante.
    El cielo es lapiz-lázuli. Y una atmósfera grávida
    de sol y de sahumerio baña...

  • Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
    en el hueco de un árbol su nido matinal,
    que el árbol amanece con música en el pecho,
    como que si tuviera corazón musical...

    Si el dulce pajarito por el hueco asoma.
    para beber rocío, para beber aroma,
    el árbol de la sierra me da la sensación
    de que se le ha salido cantando el corazón...

  • Donde más alto trepa la sierra, un pico agudo y liso apunta al cielo su puñalada de piedra.

    El sol y el viento se astillan entre sus riscos.

    Y si la nieve, en su base, le circunda con regio fulgor de pureza, emerge más frío, más puro; severo e inconmovible, en su negrura lustrosa.

    Cuando la amenaza de enorme cilindro rojizo rueda del horizonte, como un toldo que se...

  • Carne de yugo, ha nacido
    más humillado que bello,
    con el cuello perseguido
    por el yugo para el cuello.

    Nace, como la herramienta,
    a los golpes destinado,
    de una tierra descontenta
    y un insatisfecho arado.

    Entre estiércol puro y vivo
    de vacas, trae a la vida
    un alma color de olivo
    vieja ya y encallecida.

    Empieza a vivir...

  • De las sierras él, de la sierra los pájaros,
    la jaula de varillas y la lejanía
    del canto que se alarga en la calle:
    "Vendo pájaros.., pájaros...
    Cardenales azules, cardenales rojos...
    Calandrias de los talas,
    jilgueros de las cinas cinas.
    Yo mismo los cazo
    ¡Tengo toda la piel historiada de espinas!

    Por la calle,
    traza, voz y pájaros...